Defendía Pep Guardiola durante su fantástica etapa como entrenador del Barça que el equipo azulgrana siempre necesitaría jugar mucho mejor que sus rivales para poder ganar. Una máxima que siempre se ha repetido a lo largo de la historia en el Camp Nou, donde cada título importante ha venido acompañado de un fantástico modelo deportivo asociado a una brillante idea futbolística. En ese mismo argumento podría verse reflejado este Barça, aunque a la inversa. Tras caer ante el Athletic Club en la Copa, los focos se han centrado en los graves errores del árbitro, pero han pasado por alto la falta de soluciones tácticas a lo largo del partido del equipo de Luis Enrique, origen del posterior desafortunado resultado.
El Barça encajó dos goles en tres minutos antes de la media hora por errores propios. La fantástica presión del Athletic provocó dos pérdidas en la salida del balón azulgrana y las rápidas transiciones sorprendieron a la defensa de Luis Enrique. De nuevo la falta de luces en la creación condenó al Barça ante un rival que arriesgó en la presión como pocos.
El Barça volvió a atascarse en la salida del balón, algo básico en el llamado juego de posición
El Barça volvió a atascarse en la salida del balón, algo básico en el llamado juego de posición. Lo que desde la llegada de Guardiola fue uno de los ‘santo y seña’ del equipo, resulta cada vez más complicado de gestionar en la actualidad. La poca implicación de los tres delanteros en la salida del equipo genera en demasiadas ocasiones grandes riesgos sobre la portería de Ter Stegen, sobre todo en el comienzo de cada partido cuando el rival es más fuerte físicamente.
Tras los goles del conjunto bilbaíno el Barça comenzó a sentirse más cómodo en el partido. También fue ahí cuando llegaron los errores, graves y bochornosos, de Fernández Borbalán. El penalti a Neymar y la no expulsión de Aduriz, los más sonrojantes.
