El crimen que conmocionó Vitoria en 2000

Guillermo Fernández Bueno, con rasgos de psicópata, violó a dos mujeres y mató a una de ellas en apenas un mes

 

Guillermo Fernández Bueno, santanderino de nacimiento, llegó con 23 años a Vitoria en octubre de 2000 para trabajar como alicatador en la construcción. Tres meses después, el 6 de enero de 2001, fue detenido acusado de violar a dos mujeres, a una de las cuales asesinó brutalmente. Aquel crimen conmocionó a la capital alavesa. Este miércoles, se ha conocido que Fernández Bueno, condenado a 36 años de prisión por estos delitos, se ha fugado durante un permiso de la cárcel de El Dueso (Cantabria). Comenzó a disfrutar de permisos penitenciarios en 2012. Siempre regresó, hasta este domingo.

Este “delincuente peligroso” con rasgos de psicópata, según la descripción que hizo de él un psiquiatra en el juicio por el asesinato, violó a una panadera en su establecimiento en Vitoria y solo un mes después se ensañó con una “violencia inusitada” hasta acabar con la vida de una limpiadora del bar Acua de la misma ciudad. Por el primer delito fue condenado a nueve años de prisión y acumuló una pena de 26 años por agredir sexualmente y matar a la segunda, aunque las dos condenas fueron refundidas y quedaron en 22 años de cárcel.

Fernández Bueno, de gran estatura y complexión fuerte, se dejó llevar por su personalidad “sádico-agresiva” para perpetrar aquellos actos. El 12 de noviembre de 2000 entró en una panadería céntrica de Vitoria aprovechando que la empleada había dejado la persiana entreabierta. La víctima se encontraba sola en el obrador y comenzó a gritar cuando vio entrar al desconocido. Tras golpearla y derribarla, la violó entre amenazas. Después la encerró en el baño del local y le dijo que no avisara a la policía hasta después de un tiempo.

Un mes después, el 14 de diciembre, volvió a las andadas. Fernández Bueno entró en el bar Acua, que solía frecuentar, y se dirigió a la cocina tras saltar el mostrador. La sentencia de la Audiencia de Álava, de 2002, detalla que el agresor abordó a la limpiadora del establecimiento, Ana Rosa Aguirrezabal, de 34 años, a quien golpeó con una botella en la cabeza, provocándole la pérdida del conocimiento. El condenado la desnudó de cintura para abajo y consumó la violación mientras le presionaba fuertemente el cuello y el mentón con la mano.

La limpiadora murió por asfixia, pero Fernández Bueno quiso darle tintes aún más macabros a aquella muerte. Trató de cortarle el cuello con una espátula, sin conseguirlo, y luego empleó un cuchillo de sierra para hacerle varios cortes. Él adujo en la vista oral que actuó bajo los efectos del alcohol y las drogas, y que se autoinculpó tras su detención porque los policías le indujeron a hacerlo. Sin embargo, en el local se encontraron pruebas que le incriminaron claramente: siete huellas de una zapatilla de deportes de su propiedad fueron hallas en el bar, sus huellas dactilares manchadas de sangre quedaron marcadas en el mostrador y una cazadora suya llevaba restos de sangre de la mujer.

Fernández Bueno fue detenido pocos días después dentro del mismo bar Acua donde había cometido aquel crimen.




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