(El autor es Vicecónsul de la República Dominicana en Marsella, Francia, abogado y dirigente del PLD)
Recientemente he leído el libro “Crónicas de emigrantes”, escrito por nuestra distinguida amiga la comunicadora Carmen Ramírez, el cual recomiendo. Carmen, en su debut como escritora nos entrega un libro de fácil lectura, redactado en un lenguaje llano y sencillo, sin palabras rebuscadas, que de una forma amena y divertida nos cuenta breves historias que relatan y retratan de cuerpo entero y a todo color, la triste realidad de aquellos que un día decidieron dejar su entorno y sus familias para ir en busca de un mejor futuro para sí y los suyos, muchas veces incurriendo en deudas y arriesgando la vida y la libertad, que junto con la salud son los bienes más preciados que puede tener un ser humano.
A través de los breves relatos de su libro, Carmen nos describe de manera magistral y en toda su crudeza las principales penalidades, tentaciones, retos y desafíos que tiene que enfrentar un emigrante, que lejos de sus seres queridos, en otra cultura y otra lengua, la soledad y el aburrimiento muchas veces le llevan a cometer errores y a la depresión. No obstante a esto, en cada página hay un consejo, una palabra de motivación, de estimulo, de ánimo y esperanza, un llamado a la perseverancia, a no perder la fe, a no dejar de soñar ni renunciar a las metas y objetivos, una invitación a tener paciencia y valor, a no tenerle miedo al fracaso y a nunca darse por vencido. Es que en la vida no hay prácticamente nada imposible cuando se tiene fe en Dios y no dejamos de soñar, existen miles de ejemplos, pero por su cercanía en el tiempo se me ocurren el de los dos últimos presidentes de los Estado Unidos de Norteamérica, Barack Obama y Donald Trump, así como el del actual presidente del Partido Demócrata Thomas Pérez, todos hijos de emigrantes.
Emigrar en busca de mejores condiciones para vivir no es un hecho atribuible de manera exclusiva a la razón humana, es también un hecho instintivo de la propia vida en el cotidiano afán de perpetuarse y de preservarse a sí misma; así vemos como emigran muchísimos tipos de mamíferos, aves, peces, cangrejos, langostas y hasta mariposas, lo hacen cada año de manera cíclica y organizada, por razones diversas: en busca de un mejor clima, de un lugar apropiado para reproducirse, huir de depredadores, procurar alimentos, etc. Aparte del espectáculo migratorio del Serengueti en las llanuras africanas, los casos que más llaman la atención sobre estos viajes migratorios de enormes distancias en busca de un mejor hábitat para vivir, donde haya un mejor clima y más alimentos, es el del charrán o gaviotín del Ártico, que cada año, viaja una media de 71.000 kilómetros, desde el Polo Norte al Polo Sur; y el de las mariposas monarcas, que siendo simples insectos pueden realizar travesías transatlánticas.
Si los animales carentes de raciocinio, son capaces de emigrar en busca de mejores condiciones de vida, que le dejamos a los humanos; y es que la historia de la humanidad está íntimamente ligado al tema de las migraciones, porque como resalta Carmen y afirman los antropólogos, la vida se originó en África, en consecuencia, todos los que vivimos fuera de allí somos emigrantes.
Si no ponemos a escuchar la discografía existente dedicada a los emigrantes, nos encontramos con que una gran parte de las canciones que tratan sobre este tema contienen mensajes tristes como por ejemplo “buscando visa para un sueño” y “Helena” de Juan Luis Guerra, “mojado” de Ricardo Arjona, “Pal Norte” de Calle 13, “la travesía” de Joe Veras, etc; y es aquí donde está lo que más me llama la atención y el gran mensaje de la obra de Carmen Ramírez y es que se puede narrar de forma simple y llana una cruda realidad, sin dejar de enviar mensajes de motivación y de esperanzas, los cuales caen como la lluvia fresca en un terreno árido.
Finalmente les invito a apoyar a esta novel escritora, comprando y leyendo esta excelente obra, escrita con el corazón y cargada de un gran mensaje de fe, confianza, motivación, esperanza y valor.
