París recibe a los colosos

En 10 años son 9 las veces que Rafa ha hincado el diente a la Copa de los Mosqueteros. La primera con 19 años recién cumplidos. La última, el año pasado, con 27. Puerta, Federer, Söderling, Ferrer o Djokovic. Todos han padecido la terrible superioridad del ‘Rey de la Tierra’. Nadal es París. Nadal es, Roland Garros.

De repente, Boulogne-Billancourt, una ciudad dormitorio anexa a París por el costado sudoeste de la capital francesa, se transforma. Pamelas, sombreros, tacones, abalorios; todo muy chic. El escenario, plácido y lineal según cuentan durante el resto del año, cambia. Sí, el río Sena se mantiene ahí, serpenteando para trazar la finísima frontera con los vecinos parisinos, muy susceptibles ellos con eso de la pertenencia a la gran Cité. “No, esto no es París”, aclara Eric, un capitalino orgulloso y “de paso”. Y sí, los pocos vecinos que no cruzan a la metrópoli para ganarse la vida atienden a la rutina diaria, pero durante estos días tienen que hacerlo entre las riadas de gente que se acercan al bucólico complejo de Roland Garros.

Allí, en una de las pistas más alejadas, Rafael Nadal castigaba este lunes la pelota desde las diez y media de la mañana con golpes duros y profundos, como en la jornada anterior. “Alegre e intenso”, detalla su amigo Juan Mónaco, con el que suele compartir entrenamientos en Manacor. El objetivo, llegar a tono para su puesta de largo en el torneo, este martes (13.00, Eurosport) en la Philippe Chatrier, ante el francés Quentin Halys, invitado por el torneo (296 en el ranking). Salvo hecatombe, un aperitivo para desperezar las piernas y afilar su raqueta, que desde hace un tiempo escupe las bolas entre incógnitas y dudas.

Pese a haber conquistado nueve trofeos en París, el ganador de 14 grandes aterriza en su reino de arena con un perfil más modesto. Esta vez, Nadal llega sin haberse llevado una sola golosina a la boca en los Masters 1.000 y después de muchos altibajos. Se acercó a esa versión dominante que ahora busca en Montecarlo (semifinales), pero patinó después en Barcelona contra Fabio Fognini, antes de ser batido por Andy Murray en la final de Madrid. Previamente, en la gira norteamericana de cemento, pocos indicios de resurgimiento. Muchos contrastes, como en las obras de Caravaggio




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