Todo comenzaba en Molfalcone, un pequeño pueblecito del Veneto italiano, cuando dos vecinos llegaban a los tribunales por lo que ellos denominaban “acoso olfativo ”. Roberto V. y Maria P., de 78 años y habitantes del bajo, eran denunciados por sus vecinos del tercer piso por encontrar insoportable el olor que exudaban sus cazuelas.
Al parecer sus contundentes salsas para mezclar con la pasta y “fritti misti” (pescados y mariscos fritos) y una fisura en la salida de humos de la cocina, no gustaba al resto del vecindario, quienes les denunciaron ante las cortes de la capital, en Trieste, por considerar que el olor de sus platos era tan fuerte que superaba “los límites tolerables”.
