SSEVILLA, 2 – REAL MADRID, 1

Ya fuera una flor o un jardín, una tremenda sucesión de aciertos o una demostración de sabiduría futbolística digna de estudio, todo quedó hecho añicos en el Pizjuán de la manera más cruel, e increíble al mismo tiempo. La imbatibilidad del Real Madrid de Zidane se quedó a hacer noche en Sevilla (2-1), donde la Liga se incendió gracias a una remontada más divina que terrenal de los locales en los últimos minutos. Que fuera Sergio Ramos, con todo lo sucedido esta semana, el que la propiciara con un gol en propia puerta tiene más de aquel mundo que de este.

La batalla comenzó mucho antes del pitido inicial. De hecho, nada más acabar el encuentro de Copa, cuando los focos apuntaron hacia Ramos, Sampaoli y Zidane aprovecharon el tumulto para empezar a maquinar un nuevo asalto entre sus ejércitos. Una estrategia que quedó plasmada sobre el césped del Pizjuán.

La polémica sobre Ramos quedó en segundo plano en lo que fue una batalla preciosa

El Sevilla atacaba con la cabeza. El Madrid lo hacía con el corazón. El Sevilla aplicaba calma a sus jugadas. El Madrid, vértigo. El Sevilla era como un león cazando en la selva, siempre poniendo pausa para estudiar al rival, en este caso a través del balón. El Madrid era el Séptimo de Caballería, cada vez que se subía al caballo, atacaba a toda velocidad con Modric tocando la trompeta.

El centro del campo era donde se iba a dirimir el bando vencedor. Zidane decidió jugar con tres centrales para fortalecer esta parte del campo de batalla. Sampaoli, con un único punta, Ben Yedder, que además trabajaba sin cesar, también tenía bien poblada esa zona. El técnico argentino quería tenerlo todo bajo control y N’Zonzi era el encargado de cumplir con esa misión, inmenso el francés, tan cómodo al corte como en la construcción.




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