Leonard Cohen ha fallecido a los 82 años

La desaparición de Leonard Cohen a los 82 años no por anunciada por él mismo deja de conmocionar, tratándose como se trata de un cantautor cuya sensibilidad literaria y elegancia a la hora de hablar del deseo le habían convertido en una de las figuras más indiscutibles de la música popular desde hacia varios decenios.

Hacía solo unas semanas que el músico y poeta de origen canadiense había dejado escrito y cantado –de una manera que muchos pensaron que era simplemente metafórica- en su álbum ahora póstumo ’You want it darker’ su pronto final. No solo eso.

También no hará mucho más de un mes trascendieron las líneas que el trovador le había enviado el pasado mes de julio a Marianne Ihlen, su musa y antigua amante cuando de muy joven estuvo residiendo en la isla griega de Hydra, cuando le informaron que aquella padecía un cáncer que hacía temer lo peor.

De aquella época, años sesenta, y de aquella intensa y zigzagueante relación Cohen hilvanó algunas de sus más apabullantes joyas, como ‘Bird on the wire’, ‘Hey, that`s no way to say goodbye’ y, especialmente, ‘So long, Marianne’. En aquella misiva, el autor de la también gloriosa ‘Hallelujah’, escribía líneas más que proféticas. “Bien, Marianne, ha llegado el momento en que realmente somos tan viejos y nuestros cuerpos se desmoronan y creo que te seguiré muy pronto”.

Entre aquellos tiempos básicamente idílicos en el Egeo y la cercanía de los sombríos nubarrones, Leonard Cohen había desarrollado una extraordinaria carrera tanto personal como artística. Su carácter polifacético era consustancial a su irremediable encanto con las mujeres. Actuó ante cientos de miles de aficionados en el glorioso festival de la Isla de Wight, fue seguidor y adicto lector de la obra de García Lorca –con todas sus ramificaciones posteriores, como trabajar con Enrique Morente en su proyecto ‘Omega’-, flirteó de modo inquietante con las drogas, entró en profundas depresiones, se encerró en un monasterio zen durante seis años, fue estafado por su manager y tuvo que prolongar su carrera de gira en gira o ganó el Premio Príncipe de Asturias en 2011. Y con el paso de los años, sus habituales motivos de reflexión se habían ido extendiendo a materias más prosaicas, léase, la política y la realidad social.




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