Líneas tardías: Narcos, la historia del charco en el que todos se ensucian

El narcotráfico parece saturar. Son tantas las historias que se han conocido por noticieros y periódicos, que se puede creer que se ha visto todo, que no hay nada más que pueda sorprender. Cuando se habla de Pablo Escobar Gaviria, es tan próximo y reciente lo acontecido que fácil desdeñarse la idea de sucumbir ante una obra que revisite hechos que hace dos décadas generaban por noticias por doquier, consecuencias que aún forman parte de cierta cotidianidad.

Sin embargo, Narcos logra que la predisposición sucumba. La serie de Netflix, cuya segunda temporada fue estrenada recientemente, muestra de manera el auge del capo, del líder del cartel de Medellín, el hombre que implacable que quiso ser presidente de Colombia, logró ser diputado, presumió como uno de los hombres más ricos del mundo, además de haber atemorizado a un país para terminar muerto en techos miserables mientras huía de la policía.

Durante 16 episodios, 8 por cada temporada, la trama protagonizada por el brasileño Wagner Moura, ese actor que se hizo famoso por combatir el crimen en Tropa de élite, se adentra a través de la ficción y la reinterpretación en el auge y caída de un personaje cuyos vestigios aún generan debate, especialmente en la sociedad del país que padeció sus sangrientos embates, los que casi hacen resquebrajar una Casa de Nariño y a su principal habitante, el presidente César Gaviria, angustiado y presionado ante una figura que parecía sobrepasarle.

Los creadores y guionistas de la serie supieron sacarle filo a una trama de la que se conoce tanto, en la que mitos y realidades forman parte de un imaginario. Tensión, angustia, incredulidad, suspenso y terror forman parte de las vivencias de quien se cerciora que los spoilers son nimiedades ante el tratamiento de cada escena y capítulo, ese que permite que lo conocido no importe, sino la forma en la que se llega a lo sabido.

Narcos es un thriller adictivo, oscuro y poderoso sobre hechos nefastos, en los que nadie es limpio. Al final, todos combaten en el mismo pantano con la intención de salir lo menos sucio posible  aunque salpiquen a muchos de los que están alrededor. La discusión de la moral y la ética en cada hora que dura un episodio, de eso se trata en un contexto en el que respetar la ley significa desventaja ante un adversario cada vez más poderoso. El Estado desafiado y los recursos varios para lograr imponerse, con ayuda extranjera, obviamente.




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