El «efecto Angelina Jolie» en el auge de las pruebas genéticas para prevenir el cáncer

«Mis posibilidades de desarrollar cáncer de seno han descendido del 87% a debajo del 5%. Puedo decir a mis hijos que no necesitan temer perderme por el cáncer de seno».

Las palabras de la actriz y directora de cine estadounidense Angelina Jolie sorprendieron en mayo de 2013, cuando reveló en The New York Times que meses antes se había sometido a una doble mastectomía preventiva (extirpación de todo tejido mamario) para evitar el cáncer de mama.

Y en marzo pasado la actriz se sometió además a la extirpación bilateral de los ovarios y las trompas de Falopio.

Jolie optó por amabas intervenciones debido a su historial familiar –su madre falleció de cáncer– y por los resultados de pruebas genéticas a las que se sometió para detectar mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2, que le ponían en situación de riesgo de padecer cáncer de mama y de ovarios.

Y la decisión de Jolie, y sobre todo su difusión mediática, generó el llamado «efecto Angelina Jolie», que hace referencia al incremento del número de mujeres que solicitan someterse a las mismas pruebas.

Sin embargo, el fenómeno no está exento de controversia: mientras unos dicen que toda prevención es bienvenida, también comienzan a escucharse las voces de quienes advierten que el auge de estas pruebas puede terminar siendo contraproducente.

Un efecto global

El instituto de políticas públicas vinculado a la Asociación Americana de Personas Retiradas (AARP, una asociación estadounidense que vela por los intereses de las personas mayores) fue el primero en documentar con cifras el impacto del anuncio de Angelina Jolie en la demanda de pruebas genéticas entre mujeres.

En mayo de 2013 la tasa de solicitud de pruebas para detectar mutaciones de los genes BRCA1 y BRCA2 subió en casi un 40%, y  permaneció elevada el resto del año.




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