Conor McGregor, ante su esperada venganza contra Nate Díaz

Conor McGregor, durante un entrenamiento en Las Vegas.
McGregor vs Díaz, a botellazos antes de su combate en el ring
La madrugada del domingo, en el Te-Mobile Arena en Las Vegas (Nevada), sobre las 04.00 hora española, tendrá lugar el combate revancha entre Conor McGregor y Nate Díaz. Una pelea muy esperada por los aficionados, que pondrá fin al evento del UFC 202.
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Para entender la trascendencia de este combate hay que remontarse a marzo de 2016. Conor Mcgregor (Irlanda), el ojito derecho de la UFC, campeón en peso pluma, puso un nuevo reto a su ambición: conseguir también el peso ligero.

Tener dos cinturones. Por aquel entonces, el título pertenecía a Rafael dos Anjos (Brasil), el rival a batir, pero 11 días antes del combate el brasileño se lesionó. Ante el enfado de McGregor -«es un cobarde, que pelee lesionado»- Dana White, presidente de la UFC, decidió hacer de las suyas y prender fuego a la liga eligiendo a Nate Díaz (EEUU) como sustituto para el enfrentamiento. Este aceptó encantado, con la rabia del que quiere sentar en el banquillo al listillo que cree que puede competir en cualquier categoría.

Los días previos a la pelea fueron lo que se espera cuando compite el irlandés: insultos, provocaciones y puro show para calentar el ambiente.
Para sorpresa general, McGregor perdió el combate: rindiéndose tras un takedown (embestida) en el que Díaz le hizo poner los pies en la tierra de nuevo, con un mata león (llave de asfixia) del que no supo zafarse.

Pero la realidad de este segundo combate es bien distinta, de nuevo, como en toda revancha, quien más tiene que perder es el que ya ha sido derrotado. Si Conor vuelve a fallar, quedará bastante claro que no merece luchar contra Eddie Álvarez (EEUU), actual campeón de peso ligero. Si gana, tendrá la oportunidad de demostrar quién es.

En cuanto a Nate, tiene el apoyo de quienes apostaron por él y se ha ganado el respeto de los que lo subestimaron.

A las puertas de la ansiada vendetta es difícil acertar con el pronóstico. El irlandés debería explotar su buen trabajo de lectura corporal: basado en una dinámica muy ágil, buen boxeo -a pesar de su guardia poco ortodoxa-, movimientos rápidos y muy buen manejo de piernas, influido por la ‘capoeira de rua’. A diferencia de la cita anterior, aquí debería mantener el duelo en altura, ya se sabe lo mal que se le da el suelo: especialmente contra Díaz ‘el Badass’, cinturón negro en Jiu-jitsu.
Por su parte, el americano tiene que evitar los intercambios en pie; a pesar de tener una buena combinación de manos siempre relaja la guardia y no cubre bien la cara, razón por la que acaba cortado en la mayoría de sus combates. En el cuerpo a cuerpo es donde más sufre, pero su resistencia es buena; aguantar hasta que el cansancio hace mella para llevar al rival al suelo, es, sin duda, la mejor baza para un luchador como él: jamás ha perdido por sumisión ni ‘knockout’.




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