Descubren el secreto del pez más veloz del mundo

El pez espada (Xiphias gladius) es uno de los animales marinos más rápidos del mundo. Los expertos calculan que algunos ejemplares de esta especie alcanzan los 110 km/h en los esprints para cazar a sus presas o huir de su gran depredador, el tiburón mako o marrajo (Isurus oxyrinchus).

La forma estilizada de su cuerpo y su fortaleza física explican en parte la rapidez de movimientos de esta especie pero ahora un equipo liderado por John Videler, de la Universidad de Groningen (Holanda), cree haber descubierto el gran misterio del mayor velocista de los mares.

En la base del cráneo del pez espada existe una glándula que produce un líquido viscoso, conectada con diversos pequeños conductos que hacen llegar esta especie de aceite hasta la piel que cubre la cabeza del pez. La piel lubrificada permitiría reducir hasta un 20% la resistencia al agua y facilitaría los rápidos desplazamientos de esta especie en el mar, según detalla el estudio científico liderado por John Videler, que se publica este mes de julio la revista Journal of Experimental Biology .

Los autores reconocen que es muy difícil comprobar en la práctica el funcionamiento y efectividad de este sistema lubricante (el pez espada no se cría en cautividad y los experimentos en mar abierto serían realmente complejos) pero exponen en los resultados de diversas radiografías y pruebas de escaner en los que se aprecia claramente la existencia de la glándula mencionada y sus conductos con la superficie de la cabeza del animal.

John Videler ha explicado que la hipótesis sobre este sistema de lubricación en el pez espada tiene su origen en la observación de un cráneo de un animal de esta especie que compró en 1995 cuando participa en un cursillo de submarinismo para biólogos.

Un largo proceso de observación y estudio

Videler se fijó, en principio, en la relativa fragilidad de la probóscide (pico o espada) pero después de analizar a fondo la estructura interna descubrió una cavidad no conocida en otras especies. Después de años de estudios, el equipo de Videler pudo comprobar que en esta cavidad se encuentra una glándula que produce un líquido viscoso y, de forma casi casual, pudo observar que no está conectada con las fosas nasales o la boca sino directamente con la superficie del cráneo y la piel.

El investigador holandés que lidera este estudio ha explicado que observó por primera vez el origen y final de estos conductos gracias a que utilizaba una pequeña bombilla para iluminar un cráneo de pez espada y pudo ver que la luz entraba por estos conductos hasta la cavidad donde se encuentra la glándula productora del líquido viscoso.




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