La Iglesia debe pedir perdón por la homofobia y la discriminación, según el Papa Francisco

El catecismo dice que no deben ser discriminados. Deben ser respetados, acompañados pastoralmente», así contesta el Papa Francisco, el domingo, 26 de junio, en el vuelo de vuelta al Vaticano tras su visita a Armenia, cuando le preguntan si está de acuerdo con las declaraciones de uno de sus principales asesores, Reinhard Marx, quien tras el atentado en el club Pulse de Orlando, declaró que la Iglesia debía una disculpa a los homosexuales por haberlos marginado.

«Creo que la Iglesia no sólo debe pedir disculpas a una persona homosexual que ha ofendido, sino que hay que pedir perdón a los pobres, a las mujeres que han sido explotadas, a los niños obligados a trabajar, pedir perdón por haber bendecido tantas armas», explica el Sumo Pontífice a los periodistas, puntualizando que el deber de la Iglesia es acompañar a las familias que se enfrentan a divorcios o experimentan otros problemas.

No es la primera vez que Jorge Mario Bergoglio, el 266º Papa de la Iglesia Católica, expresa su desacuerdo con la discriminación al colectivo LGTB, porque también fuera en su primera conferencia de prensa a bordo de un avión, en 2013, donde dijera aquellas palabras que auspiciaban una apertura de la Iglesia cuando respondió aquello de «¿quién soy yo para juzgarlos?». Aunque tampoco han faltado las ocasiones en las que ha manifestado su discrepancia con asuntos como el matrimonio igualitario o el rechazo del Vaticano al embajador francés por ser abiertamente homosexual, pero también es cierto que ha sido el único Papa que ha recibido a una persona transexual.

En esta ocasión el Papa regresaba de su décimo cuarto Viaje Apostólico Internacional a Armenia, donde mencionó el «exterminio terrible y sin sentido» que había sufrido el pueblo armenio, tantas veces negado por los turcos, cuyo sufrimiento vale para los que han vivido o viven situaciones de extremo sufrimiento. Y. p recisamente, habló en su discurso de cómo la fe cristiana debería servir para el amor y el perdón, pero no para la homofobia y la discriminación, como se puede interpretar se sus palabras:

« La fe cristiana ha sido el estímulo que ha marcado el inicio del renacimiento del pueblo probado. Esta es su verdadera fuerza, que permite abrirse a la vía misteriosa y santificada de la Pascua: las heridas que permanecen abiertas y que han sido producidas por el odio feroz e insensato, pueden en cierto modo conformarse a las de Cristo resucitado, a esas heridas que le fueron infligidas y que tiene impresas todavía en su carne. Él las mostró gloriosas a los discípulos la noche de Pascua (cf. Jn 20,20): esas heridas terribles de dolor padecidas en la cruz, transfiguradas por el amor, son fuente de perdón y de paz. Del mismo modo, también el dolor más grande, transformado por el poder santificado de la cruz… puede ser una semilla de paz para el futuro (…).La memoria, traspasada por el amor, es capaz de adentrarse por senderos nuevos y sorprendentes, donde las tramas del odio se transforman en proyectos de reconciliación, donde se puede esperar en un futuro mejor para todos».

A pesar de sus palabras, no es sólo que la homofobia esté más o menos arraigada en la sociedad, es que muchos miembros de la Iglesia Católica siguen resistiéndose a cumplir la doctrina del que es su máximo representante, ejemplos recientes tenemos en España, con el arzobispo-cardenal Antonio Cañizares, y en México, con el obispo Ramón Castro Castro, por lo que muchos católicos homosexuales, siguen esperando algún avance real y contundente que materialice este sendero de la comprensión, la tolerancia y el amor.




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