La misma publicación que reveló que Charlie Sheen era portador de VIH, revela ahora que el día 19 de abril, dos días antes de su fallecimiento, Prince habría revelado a su círculo más cercano que estaba enfermo de SIDA al conocer su diagnóstico y, aunque ya estaba «preparándose para lo peor», les envió un mensaje diciéndoles que «Dios puede y me curará».

Los doctores le dijeron que el recuento de su sangre era in usualmente bajo, y que su temperatura corporal bajó peligrosamente de los normal (…). Tenía bajos niveles de hierro, estaba muy débil y a veces desorientado», comenta una fuente cercana al círculo del cantante al National Enquirer, que asegura que el cantante «estaba muy débil y con frecuencia desorientado. Raramente comía y, cuando lo hacía, lo vomitaba».

Al parecer el cantante habría sido diagnosticado con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida hace seis meses, habiendo contraído el VIH en los años noventa. Debido a su condición como testigo de Jehová, habría rehusado el tratamiento, convencido de que podría curarse a través de la oración.

Como consecuencia de haber desarrollado SIDA, había perdido mucho peso en las últimas semanas, así como se hicieron visibles cambios en su piel por problemas de índole interna, lo que explica el empeoramiento progresivo de su estado de salud en las últimas semanas.

Cinco días antes de su fallecimiento, su jet se vio obligado a hacer un aterrizaje forzoso de emergencia, como consecuencia de una posible sobredosis no intencionada de analgésicos.

En sus últimos días en Mineapolis fue visto en una farmacia local, donde el farmacéutico que le atendía habitualmente se sorprendió de su aspecto físico y explica que un compañero le proporcionó medicamentos extranjeros que le hicieron pensar que eran para combatir el virus del Zika, pero que «seguramente era VIH».




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