La Guardia Civil detiene una de las bandas más sanguinarias de Madrid

En contadas ocasiones escuchas de boca de un curtido investigador que la organización que acaba de desarticular estaba integrada por hombres “malos, pero muy, muy, muy malos”. ¿Tan malos? Si se pudiera confeccionar una escala sobre la maldad, estos detenidos por la Guardia Civil en Madrid y Toledo estarían entre las primeras posiciones del ranking.

No tienen escrúpulos, ni empatía por sus víctimas. Hacer daño forma parte de su día a día”, añade el investigador. Sirva el siguiente dato para que el lector entienda mejor el tipo de personajes de los que trata esta crónica. Los padres de su última víctima, el empresario José Luis Vázquez Escarpa, de 50 años, saben que nunca podrán enterrar a su hijo.

La UCO dispone de evidencias de que su hijo fue asesinado a golpes, descuartizado, y hervido. Lo tenían todo preparado para hacer lo mismo con su próxima víctima. Hasta escribirlo duele.

Ha sido esta una de las investigaciones más complicadas de las última que ha realizado la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Hace ahora dos años, el 7 de mayo del 2014, los padres del empresario denunciaron su desaparición en la comandancia de Illescas, en Toledo.

Directivo de su propio negocio en el sector de la chatarra, las cosas le iban bien y manejaba dinero. Aquel día, había quedado con unos presuntos clientes que le citaron frente al número uno de la calle de Cadmio, en el polígono industrial San Gil, en Illescas.

A media tarde, el empresario telefoneó a sus padres y les pidió, aparentemente tranquilo, que reunieran 80.000 euros y se acercaran cuanto antes hasta una cafetería de Illescas. No debían hacer preguntas, ni contar nada a nadie. Solo dejar el dinero en el bar y marcharse. Así lo hicieron. Por la noche, sin noticias de su hijo, los padres denunciaron su desaparición.

La investigación resultó compleja desde el primer momento. Los secuestradores no volvieron a comunicar con la familia. Y no se encontró ni un solo dato en la vida de la víctima que permitiera seguir tras la pista de algún sospechoso.

Tras un año y cinco meses dando palos de ciego, la UCO difundió el video grabado por una cámara del bar en el que se veía a uno de los secuestradores entrando para recoger el dinero del rescate.

La colaboración tuvo sus resultados y permitió a los guardias civiles trabajar, junto a la policía judicial de Toledo, en un centenar de lineas de investigación. Poco a poco, con la ayuda de fuentes y mucha calle, identificaron a los secuestradores.

El grupo, de cuatro, estaba liderado por uno de los delincuentes más peligrosos que operan actualmente en Madrid, Oscar del Pino. Con incontables antecedentes, este treintañero que en su día militó en las filas de los Ultra Sur, agredió recientemente a un policía que lo detuvo por una extorsión.




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