Tradición y fe adornan la Semana Santa mexicana

EFE. México, Dsanta-1.F..- Desde el Concilio de Nicea, en el año 325, se estableció que la Pascua de Resurrección se celebrase el domingo después de la primera luna llena que siguiera al equinoccio de primavera del 21 de marzo. Por ello, siempre hay luna llena en Semana Santa y nunca será antes del 21 de marzo ni después del 23 de abril.

Existe otra explicación tomando como referencia el Domingo de Resurrección, día con el que concluye la Semana Mayor. Los católicos quisieron celebrar la muerte de Jesús, tal y como lo relatan los evangelios.

LA ARTESANÍA DE LOS JUDAS

En esas fechas de vacaciones los sitios turísticos del país están llenos y la Ciudad de México vacía,  pero existen grandes curiosidades. Una de ellas es que las tradiciones paganas son muy relevantes y que no tienen nada que ver con la religión, pero sí con los mitos mexicanos.

La quema de un muñeco, representado por un diablo, durante los días que marcan el final de la Semana Santa, lo que simboliza es el rechazo de los creyentes por la traición de Judas Iscariote a Cristo.

En México, los judas se han convertido en una artesanía elaborada con carrizos, zacate, papel o cartón y pintura, según la región.

Para el Domingo de Ramos, que es el día con el que da comienzo  esta gran festividad y que representa la entrada de Jesús en Jerusalén, los creyentes portan unas hojas de palma, las cuales son bendecidas y posteriormente quemadas para usar sus cenizas el Miércoles de Ceniza del siguiente año.

Defienden su utilidad para permitir únicamente la energía positiva, por ello acostumbran a colgarlas detrás de la puerta de entrada del hogar.

Una tradición que hoy está prohibida por el desperdicio del agua es la que establecía que, durante el Sábado de Gloria, en México se mojara  a todo aquel que se atravesara en el camino.

UN MAR DE PROCESIONES

Entre el principio de la Semana Santa y el Domingo de Resurrección, se recuerda la última cena de Cristo con sus apóstoles, que es el Jueves Santo y el Viernes Santo su condena a muerte, donde es crucificado y sepultado en el sepulcro. El Sábado de Gloria es el día entre la muerte y el renacimiento de Jesús, el Domingo de Resurrección, la gran fiesta para los católicos.

Y  la máxima representación de Semana Santa en México son sus procesiones. En ciudades como Morelia, Taxco, San Luis Potosí y Querétaro, se lleva a cabo una de las expresiones más solemnes:  la Procesión del Silencio, cuyos antecedentes datan del siglo XIII y provienen de España.

Este sacrificio simboliza, para los feligreses, el duelo de la Virgen María por la muerte de Jesucristo. Las cofradías portan, llenas de respeto y silencio, imágenes religiosas en sus recorridos por las calles.

Esta tradición tan arraigada goza de gran popularidad en México entre el turismo tanto local como extranjero, que acude cada año a presenciar la celebración del Viernes Santo, procesiones parecidas se efectúan en varios lugares del país.

En la ciudad de Taxco, conocida mundialmente por su extraordinaria orfebrería, sus calles se cubren de la sangre de centenares de penitentes que se cubren el rostro con capuchas negras para expiar pecados, en procesiones que cubren casi todos los horarios del día.

Existe varios tipos de penitencia, entre ellas el «flagelo», en la que al anochecer el penitente se golpea el cuerpo con las «tachuelas», que dejan la espalda llena de sangre. En otra un encapuchado va delante de la procesión cargando rollos de zarza de más de cincuenta kilos, a la espalda, durante varias horas. También podemos encontrarnos a los «agachados», penitenes que caminan con el rostro cubierto, los pies descalzos y encorvados arrastrando cirios, crucifijos o cadenas.

En la localidad de San Luis Potosí el día grande de las fiestas  es Viernes Santo con una procesión en la que participan más de dos mil personas, en la que se muestran los emblemas del víacrucis de las diferentes cofradías y salen a la calle en riguroso silencio, se reduce la iluminación y, de esta manera, se acentúa el dramatismo. Es de destacar la maravillosa imagen de «la dolorosa», la Virgen de la Soledad.

Otro de los lugares de peregrinación en estas fechas es Iztapalapa, uno de los barrios de la Ciudad de México, cuya representación del viacrucis viviente es una de las más provocativas del país y está considerada Patrimonio Cultural e Intangible de la Ciudad de México.

Para pasar el trago los mexicanos lo tamizan todo con el azúcar. El regalo de dulces típicos mexicanos, como alegrías, pepitorias y dulces cubiertos, es una tradición de estas fechas, aunque se va perdiendo con el tiempo.

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La quema de un muñeco, representado por un diablo, durante los días que marcan el final de la Semana Santa, simboliza el rechazo de los creyentes por la traición de Judas Iscariote a Cristo. Son los judas, que se han convertido en una artesanía elaborada con carrizos, zacate, papel o cartón y pintura, según la región.

La máxima representación de Semana Santa en México son sus procesiones. En ciudades como Morelia, Taxco, San Luis Potosí y Querétaro, se lleva a cabo una de las expresiones más solemnes:  la Procesión del Silencio, cuyos antecedentes datan del siglo XIII y provienen de España.

En la ciudad de Taxco, conocida mundialmente por su extraordinaria orfebrería, sus calles se cubren de la sangre de centenares de penitentes que se cubren el rostro con capuchas negras para expiar pecados, en procesiones que cubren casi todos los horarios del día.

Por. Ana López Barrón/EFE-Reportajes.




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