El Atlético sigue la fiesta ante el Granada

En muchos momentos de la temporada el Atlético de Madrid transmitió la sensación de que, al ser un conjunto centrado en mantener su organización defensiva, tendría problemas para lograr ver portería con asiduidad.

Muchas fueron las ocasiones en las que los goles llegaron a cuentagotas. Pero los colchoneros fueron acumulando victorias, siempre con resultados cortos que sembraban dudas en el entorno, nunca en el seno del equipo.

Las jornadas han demostrado que Simeone se ha reencarnado en el mejor economista del fútbol. Explota sus recursos al máximo y nunca arriesga los beneficios obtenidos. Con ello siempre logra el objetivo, que no es otro que ganar.

Este planteamiento conlleva riesgos, pues a estas alturas de la temporada todos rivales van al límite para alcanzar sus metas. Como ante el Granada, que mereció mejor premio en la primera parte.

Pero de eso no entiende el Atlético, master esta temporada administrar el gol. El de Koke en el minuto 15 fue suficiente, como ante el Barça, para echar la persiana a un encuentro de mucho riesgo tras la jornada europeo entre semana. Los tantos de Torres y Correa en el segundo tiempo sirvieron para que la fiesta fuese completa.

El asedio del Atlético sobre la portería de Granada duró exactamente lo que tardó el primer gol. Desde ahí pudo poner el piloto automático, ese que le permite sacar adelante los encuentros sin excesivo esfuerzo.

La confianza en el infranqueable entramado defensivo organizado por Simeone permitió a los colchoneros dar un paso atrás y ceder el balón al Granada.

No tuvo consecuencias el cambio de escenario, pues los rojiblancos son expertos en el arte de controlar los partidos sin dominarlos. La máxima expresión es lograrlo, además, ante equipos con menor potencial ofensivo, como es el caso del equipo andaluz.

Dos buenas apariciones de Rochina y Peñaranda permitieron a los visitantes pisar el área y, de paso, llevar algo de temor al banquillo de Simeone. El Atlético no se sentía a gusto, pero acostumbrado a vivir en la incomodidad, sacó de la chistera su competitividad para sacar el partido adelante.

En la segunda parte desaparecieron las áreas del partido. Simeone quería un partido cerrado, y lo remarcó quitando a Carrasco, el único extremo del equipo, y dando paso a Augusto.

El cambio dio mayor libertad a Koke, que asistió para que Torres superase en el mano a mano a Andrés Fernández. Antes del final del encuentro Saúl encontró el desmarque de Correa al espacio. El argentino demostró su olfato para lograr el tercero.

El Atlético volvió a hacer lo que mejor se le da. Controló los tiempos del partido y lo cerró a su manera: con seguridad y eficiencia. No va de farol el conjunto de Simeone, más fiable de lo que muchos pudieran pensar y que mantiene el ritmo de victorias de un equipo campeón.




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