A Messi le basta con una

Barcelona.-Arrastran los genios una pesada condena. Cada uno de sus gestos exige una interpretación, siempre hiperbólica. Quizá, siempre injusta. Transitaba Messi por el partido contra el Almería del debutante Sergi Barjuan con ese andar cachazudo tan propio de los días de entreguerras. Como si estuviera en el asteroide B 612 de El Principito atendiendo a su rosa y a los tres volcanes.

Ausente del juego colectivo y sin demasiado ánimo para presionar, la lógica obligaba a preguntarse por el estado de su pie derecho, recogido esta vez en una bota blanca que, en principio, debía minimizar el dolor que viene arrastrando desde el partido contra el City. Conjeturas varias, sentencias miles. Pero una sola realidad. Messi decide cuándo y cómo sale de su estado catatónico. Reconciliarse con el mejor futbolista del mundo no supone una tarea demasiado complicada.

Messi, que había perdido cinco balones en los siete primeros minutos, volteó él solito un partido de aquellos desagradecidos ante el tute que se le avecina al Barcelona (Sevilla, PSG y Valencia en diez días). Tomó La Pulga el cuero ante Edgar, al que quebró con un sutil giro de su botín derecho. El resto, para el diez, fue coser y cantar. Un latigazo enroscado con la zurda y destinado a alojarse entre la manopla de Julián y su palo derecho. Un tanto que permitía a la hinchada azulgrana sacudirse por un rato el mal sabor de boca que le había dejado el equipo de Luis Enrique. El Almería, repleto de chavales y consciente de que la lucha por la salvación no pasaba por el Camp Nou, sólo abrió la boca en un madrugador tiro de Wellington y en el gol en el 90 que el árbitro anuló a Soriano por falta sobre Bartra.

Y eso que las rotaciones impuestas por el técnico barcelonista debían corregir precisamente la tentación de que su equipo se echara a la bartola. Fuera de la lista el sancionado Busquets y el lesionado Alba, no salieron de inicio Piqué, Mathieu, Iniesta y Neymar, quien venía reclamando a gritos un paseo por el purgatorio. El ingreso de Bartra y Mascherano en el centro de la defensa no iba a corromper plan alguno ante un Almería en zona de descenso y que sólo ha marcado 24 goles esta temporada.

Más curiosidad despertaba ese centro del campo en el que Sergi Roberto volvió a su timidez como mediocentro defensivo, mientrasXavi ovacionado por el Camp Nou, buscaba algo de cordura, y Rakitic, mejor en la contención que en la elaboración, se movía más de la cuenta para producir ocasiones que no llegaban. Pedro, titular un mes después, iba a lo suyo. Carreras de un lado a otro, pero sin que nadie reparara en sus desmarques. Al menos se dio el gustazo de cederle en el ocaso el último gol de la noche a Suárez.




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