Torturada por un beso lésbico antes de permitirle abandonar la Cienciología

Ex miembro de la cienciología actualmente, Nora Crest denuncia que ha estado privada de libertad y sometida a vejaciones, que casi consigue terminar con su vida, como castigo de la organización por besar a otra mujer. «Fue el momento más terrible de mi vida.

Fui golpeada y herida, me empujaban y casi muero por dejar la iglesia, y todo porque tuve la audacia de desear a otra mujer», confiesa Crest, de 39 años de edad, que fue profesora en una escuela de la Cienciología antes de convertirse en reclutadora y de ocupar finalmente un cargo en el Centro de Celebridades de Los Angeles, donde la Cienciología recibía a sus miembros de perfil más alto.

El fundador de la Cienciología, L. Ron Hubbard, siempre ha declarado que la homosexualidad es «una enfermedad» y que toda atracción entre personas del mismo sexo debe ser «curada». Lo que explica que Crest estuviera sometida al continuado intento de curar su orientación sexual.

Me levaron el cerebro para que creyera que había obrado mal y tuviera que vivir en terribles condiciones durante tres años antes de que se me permitiera finalmente salir», declara, explicando que la enviaron a un campo de trabajo secreto, en el sur de California, donde tuvo que soportar trabajos duros bajo la supervisión constante de «cientos de personas (…). Dormíamos en dormitorios donde había al menos 33 mujeres en literas de tres cama.

Teníamos 3 comidas al día, donde tenías 20 minutos para reunir tus alimentos y comer y 30 para hacer tu higiene». También se despacha con las condiciones higiénicas, asegurando que los dormitorios tenían «bichos y cucarachas» y el lugar estaba en «condiciones repugnantes (…). Piensas que es lo que te mereces y que eres lo que ellos te dicen que eres: un inservible pedazo de mierda».

La que fuera couch de John Travolta y Tom Cruise, afirma que cinco personas le vigilaban a la hora de ir al cuarto de baño y que la comunicación con el mundo exterior estaba «fuertemente prohibida».

Los prisioneros eran obligados a trabajar 80 horas semanales sin descanso y sufriendo torturas como ponerte en un «cubo de basura vació mientras varias personas te echan cubos de agua helada sobre la cabeza mientras te dicen a gritos la basura que eres». Afirma que trató de escapar un día, pero no tuvo éxito, siendo inmovilizada y brutalmente reducida.

Estaba tratando de llegar hasta la puerta y me encontré con cinco pies encima, me agarraban de todas partes y me arrastraban hacia abajo. En un momento dado, tenía 13 personas sobre mi cuerpo y me clavaron en el suelo. No me podía mover… Me pegaban patadas y me daban puñetazos, mi cara estaba cubierta de sangre… y estaba gritando», como consecuencia de esta agresión le rompieron 3 costillas.




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