Alaska: Cuando llegué a España decidí ser del Atlético

Mario Vaquerizo,su marido y representante, se aparta un par de metros y nos escucha desde el rincón. «Hoy es ella», concede. Aunque ella será quien le integre más de una vez en esta charla, que tiene una buena excusa. Acaba de publicarse Canciones para robots románticos, el último disco de Fangoria.

Pregunta. Lleva 39 años trabajando con Nacho Canut, ¿se da cuenta de que Nacho tiene más trienios que su marido?

Respuesta. Pues el doble y un poco más; pero los dos solos cumpliremos este año [calcula] ¡27!

P. Y 12 discos.

R. Somos dos Géminis trabajando juntos y, para nosotros, el estímulo es cómo vamos a hacer el siguiente disco para que no sea igual que los anteriores. A ver, es fácil. Ya tenemos una esencia. En el momento en el que cualquier canción la musiquemos y le pongamos mi voz, ya somos nosotros. Eso nos permite jugar con distintos colaboradores y productores para ir hacia otros lados. O sea, que este disco ni es un punto y aparte, ni un punto seguido. Es un disco de continuidad, uno más nuestro y punto, que es lo que queríamos.

P.Dicen que es música electrónica que pueden bailar tanto robots como humanos con poco ritmo. Por ejemplo el single, ‘Geometría polisentimental’, es extraordinariamente pegadizo.

R. Es un single pop en toda regla. A mí hay una cosa nuestra que me gusta, y es esa mezcla que no es la más fácil. Es, como dice, una canción que se te pega a la primera, pero la letra no es te quiero, te amo, me dejaste ayer… No, hablamos de cuadrados, de esferas, de cilindros. Nos dijimos: «¿Esta es una canción para que suene en la radio? ¿Por qué no?», ¡Vamos a ver qué pasa! [risas]. Aunque eso ya casi no existe, lo que ocurre es que, en cuanto a promoción y a la manera de hacer las cosas, yo tengo una mentalidad muy siglo XX.

P. Hacía referencia a su voz. Es un sello en este país.

R. Es un sello de identidad, es particular, la empecé a cuidar en 1985 porque me salió un nódulo. No tengo ningún tipo de preparación ni de talento natural, pero en aquel momento acudí a la foniatría para no perderla y poder sacar un poco más de lo que tengo.

P. ¿Siempre fue así de grave?

R. Eso es una elección, porque desde pequeñita me gustaban mucho más las voces graves en mujer, ya fuera Lola Beltrán cantando rancheras o Amanda Lear cantando disco-music. La voz grave es lo que me llamaba la atención, también en los hombres. Escuchando a Leonard Cohen me derretiré mil veces más que con cualquier otro que haga mil florituras. Por eso me obligué, desde los 14 años, a trabajar en un espacio vocal que a lo mejor un profesor hubiera dicho que no es el mío natural. No dí nunca clases de canto y cuando tuve el nódulo lo disolvió la foniatría, que es como el culturismo de la voz.




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