Insólito, decepcionante, triste, casi increíble, pero crudamente real. El Carnaval, quizá la institución popular y cultural más importante de Brasil, sufrirá las consecuencias de la combinación de una crisis económica y financiera, a la que se sumaron las inundaciones y la epidemia de dengue.
Como consecuencia, al menos 48 ciudades de ocho estados brasileños debieron cancelar la celebración de carnaval por la cruda realidad económicamente y social que atraviesa el país, y muchas otras redujeron los festejos. Por ahora, el de Río de Janeiro “central”, el del sambódromo, se viene salvando gracias a los ingresos turísticos que genera para la región.
Según los cálculos del portal de noticias G1, casi medio centenar de ciudades de Goiás, Minas Gerais, Paraíba, Río de Janeiro, Río Grande do Norte, Rondonia y Tocantins decidieron en las últimas horas anular todos los preparativos para poder hacer frente a los gastos y obligaciones presupuestarias de los propios municipios.
Brasil atraviesa una de sus peores crisis económicas en años, con una fuerte rescisión que no logró ser contenida por el gobierno de Dilma Rousseff, eje de las críticas de la oposición.
En ese sentido, varias ciudades, la mayoría en el interior de Sao Paulo, cancelaron la mayor festividad del país para direccionar sus recursos a combatir la enfermedad del dengue, cuyos casos se han disparado en el último año y que, al igual que el chikunguña y el zika, se transmite a través del mosquito Aedes aegypti.
Además, dentro del estado paulista, otros municipios se vieron obligados a centrarse en la reparación de los daños causados por las fuertes lluvias que azotaron el lugar en los últimos días.
