En 2013, recién elegido, el papa Francisco fue el primer Pontífice que no ofició la misa del Jueves Santo en la basílica de san Juan de Letrán, la catedral de Roma. Lavó los pies a doce reclusos en un centro de menores, entre ellos había dos mujeres, una cristiana y otra musulmana.
Un año después hizo lo propio en un hospital y el año pasado volvió a celebrar el oficio en una iglesia de Roma con doce reclusos, doce hombres y doce mujeres.
El Papa ha introducido cambios en el misal para que no sólo se celebre con hombres el lavatorio de pies, que emula lo que hizo Jesucristo en la última cena con sus doce apóstoles. Allí donde ponía que los “hombres”, en el libro que se utiliza durante al celebración de la misa, pondrá “los elegidos del pueblo de Dios”, sin hacer distinción de género, recoge.
En una carta enviada al prefecto de la Congregación para el Culto Divino, Robert Sarah, Francisco explica que no deberán ser elegidos sólo hombres o chicos para que se laven los pies en este rito y “pueda elegirse como participantes todos los miembros del Pueblo de Dios”, es decir también mujeres o chicas.
Francisco añade en el texto con fecha del 20 de diciembre pero hecho público que así se expresa “plenamente el significado del gesto realizado por Jesús en el Cenáculo, el donarse hasta el final para salvar al mundo, su caridad sin fronteras”. En este cambio al “misal romano” de este día, Francisco recomienda que sea dada a los fieles “una adecuada explicación sobre el significado de este rito”.
El Vaticano también publicó el documento de la Congregación para el Culto Divino del pasado 6 de enero con el que entran en vigor estos cambios requeridos por el pontífice para que en este rito esté representada “cada parte del pueblo de Dios” y puedan participar “hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, sanos, enfermos, consagrados y laicos”.
