Cuatro días de colas en la Gran Vía para entrar en Primark

Cuatro días abierta y cuatro días con colas. La tienda que la cadena irlandesa de ropa Primark abrió el pasado jueves en el emblemático número 32 de la Gran Vía de Madrid, la segunda más grande de la compañía solo por detrás de la de Manchester,ha sufrido desde su apertura largas colas durante todas las jornadas de trabajo.

En la mañana y en la tarde del lunes la hilera de personas transcurría, como si fuese época de rebajas, por varias calles. Solo entre las 14.00 y las 16.00, la entrada estuvo un poco más despejada.

La afluencia ni siquiera menguó el domingo, un día en el que cayeron grandes chaparrones en la capital.

Protegida con paraguas, la fila de clientes llegaba hasta la plaza de la Luna. A pesar de que la compañía colocó vallas para que la cola se formase en zigzag en algunos tramos, la línea de compradores alcanzó prácticamente los 300 metros.

Estos días ha llegado a haber hasta una hora de espera. Esto parece una atracción”, dice uno de los muchos auxiliares que controla que nadie se cuele.

El domingo, como el día de la apertura, varios trabajadores de Primark repartieron tickets en la cola para poder acceder a las cinco plantas que el gigante low cost ha abierto en el centro de Madrid.

Unas 350 personas avanzaban el lunes a las 16.30 por la calle de Mesonero Romano hacia la entrada de Primark. Horas después, la hilera de clientes, controlada por una docena de auxiliares, era todavía más larga.

Ninguna de las otras tiendas de la Gran Vía, una de las principales arterias comerciales de la capital, sufrió una asistencia parecida.

Ana Novella, sin embargo, aprovechó la hora de la comida para no estar esperando fuera. “He entrado porque llovía y he comprado mucha ropa de invierno. Lo bueno es que todo lo que he cogido es muy barato”, dice Novella.




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