Poco Madrid y poco Atlético

Una sosaina copia del Madrid, que tiene sonámbulo a Benítez, no bastó para descarrilar al borroso Atlético que quiere mutar Simeone. De la transición de uno y otro, en un derbi casi sin porterías hasta el último suspiro, solo sacaron partido Benzema y Vietto.

El resto fue ajedrecístico, con dos entrenadores con hilos, mueve que mueve peones. Del tablero sacó más provecho inicial Benítez, y mejor rédito final Simeone, ese Espartaco colchonero empecinado en que los suyos cambien de muda.

Cuando quiso jugar no pudo, cuando le dio por el arrebato que le ha caracterizado estos últimos años acuarteló al Madrid. Justo el garbo que le faltó a los madridistas, tan contenidos, tan sometidos a las ordenanzas del banquillo que acabaron con la lengua en la nuez. Dos equipos de autor aún con más sombras que luces.

Atlético, 1; Real Madrid, 1

Atlético: Oblak; Juanfran, Giménez, Godín, Filipe; Gabi, Tiago, Óliver (Carrasco, m. 46); Griezmann, Torres (Jackson, m. 63) y Correa (Vietto, m. 57). No utilizados: Moyá, Savic, Siqueira y Saúl.

Real Madrid: Navas; Carvajal (Arbeloa, m. 41), Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos, Casemiro, Modric; Isco (Bale, m. 65), Benzema (Kovacic, m. 76) y Cristiano Ronaldo. No utilizados: Casilla, Jesé, Nacho y Lucas Vázquez.

Goles: 0-1. M.8. Benzema. 1-1. M. 83. Vietto.

Árbitro: Undiano Mallenco amonestó a Gabi, Correa, Juanfran, Vietto, Griezmann, Godín, Sergio Ramos, Varane, Casemiro y Arbeloa.

Vicente Calderón. Unos 54.000 espectadores.

Simeone tiene un lío. Y gordo. Quiere ser lo que nunca fue, como jugador y mucho menos como entrenador. Busca y busca un equipo con más gracia, ha fichado para ello, pero no da con las teclas. En el rastreo del grial, alista jugadores de molde fino en zonas pedestres.

Griezmann, el mejor goleador, acostado a la derecha, a muchas cuadras de la portería adversaria. A la otra orilla, Óliver, chico con luces, con condiciones para ser el base de los delanteros, no para barrenar por la banda izquierda. Simeone alinea peloteros que no juegan como peloteros por el dictado del jefe.

Como si quisiera al Atlético de su vida, el sacamuelas, el del colmillo retorcido, pero con tipos más predispuestos al frac. Ni lo uno, ni lo otro. Un equipo desnaturalizado hasta que se remangó como en los viejos tiempos, ya al final.

Enfrente, Benítez sueña con la pócima mágica, el equilibrio, el concepto que lleva años torturando a los técnicos blancos. La fórmula parece ser Casemiro, jugador cartesiano, que se reconoce como ancla del equipo, como mosquetero de todos.

No es Busquets, pero apunta maneras. Juega a un toque, en largo y en corto, se encuadra entre los centrales, libera a Kroos y Modric. Con él, el Madrid gana un sostén y da vuelo a dos centrocampistas más.

Todo eso es Casemiro, proyecto incipiente, pero con un recorrido interesante. Pero el brasileño, repescado del Oporto es un benitezólogo. O, lo que es lo mismo, interioriza como nadie eso que el técnico llama «automatismos». Dicho de otra manera, Casemiro es Benítez en calzón corto.

El entrenador juega sus partidos en un Pentium, y lo que imagina lo representa Casemiro: a este tipo de controladores de banquillo les encanta jugar el partido que no pueden jugar mediante un militante de la causa propia.

El resultado es un conjunto que tramita más de lo que se inspira. No hay rendija para la soltura, la imaginación. Mejor cumplir que defraudar al banquillo.

A partir del intervencionismo de los técnicos, en el Manzanares se midieron el Madrid que se acerca al genuino Benítez frente al Atlético que a ratos se aleja del auténtico Simeone.

Del cruce de caminos salió ganador inicial el Real, que sin tirar serpentinas tuvo cuajo, principio y final. De Benzema a Keylor Navas, postales merengues de un partido que no se rebobinará. Al francés le correspondió el gol, al costarricense la parada de la noche. Cristiano aparte, ambos etiquetan a este Madrid que pule Benítez.




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