El político gay Miquel Iceta salva al PSC

Las elecciones catalanas del domingo 27 de septiembre fueron unas de las más concurridas y expectantes en mucho tiempo.

La meteórica campaña del bloque independentista Junts pel Sí vaticinaba el logro de buenos resultados, demostrando que los catalanes están a favor del cambio.

Había cierta incógnita sobre los resultados de formaciones nuevas como Ciutadans o Podemos, que en las municipales había arrasado gracias al conglomerado de Barcelona en Comú y el carisma de Ada Colau.

Creo que todos esperábamos cierto descalabro de formaciones clásicas, quizá un tanto desfasadas a la hora de entender el panorama político actual y particularmente, el catalán.

La noche del 27S trajo los tradicionales discursos postelectorales en el que parecía que todos hubieran ganado. Bueno, todos no.

Algunas conclusiones fueron claras: descalabro de UDC, fracaso de Podemos, ascenso de C’s y una mayoría simple de JxSi de la que aunque no se pueda extraer una conclusión con la misma rotundidad que daría una mayoría absoluta, si que evidencia que la independencia de Catalunya es un tema que debe estar encima de la mesa catalana, y española.




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