Cerca de un 41 por ciento de los indocumentados deportados durante los primeros 11 meses del presente año fiscal carecía de antecedentes criminales, según cifras del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
A pesar de que el Gobierno del presidente Barack Obama decidió en 2011 centrar sus esfuerzos principalmente en expulsar a los inmigrantes indocumentados con historial criminal, de los 214.264 repatriados hasta el 31 de agosto pasado, 87.981 están libres de dichos antecedentes, según informó ayer Univisión.
Según las cifras solicitadas por el canal hispano a ICE, hasta agosto pasado el Gobierno de Obama ha deportado a cerca de 2,5 millones de inmigrantes indocumentados.
Organizaciones a favor de los inmigrantes han cuestionado la «criminalización» de los inmigrantes indocumentados, que en muchos de los casos son deportados por infracciones menores de tránsito o por extender su estadía en el país con alguna visa expirada.
En junio pasado, el precandidato republicano Donald Trump, quien ha prometido deportar a «todos» los indocumentados, unos 11 millones, se refirió a los inmigrantes de origen mexicano como «criminales» y violadores» durante la presentación de su candidatura.
Sin embargo, un informe del grupo de estudios The American Inmigration Council concluyó en julio pasado que «la gran mayoría» de los inmigrantes no son «criminales», y que aquellos provenientes de México tienen tres veces menos posibilidades de ser encarcelados que los nacidos en Estados Unidos.
Por otro lado, pese al total de 2.488.302 repatriados durante el Gobierno Obama, las deportaciones han disminuido en los últimos años tras el incremento sostenido que presentaron a partir de 2007, cuando hubo 291.060 deportaciones.
Desde entonces habían aumentado con más de 369.000 en el periodo fiscal 2008, más de 389.000 en 2009, más de 392.000 en 2010 y más de 396.000 en 2011; aunque en 2012 bajaron hasta las 366.300 y han continuado su descenso, según ICE.
Cuando estas repatriaciones superaron la cifra récord de dos millones durante el mandato de Obama, que comenzó en 2009, el presidente llegó a ser bautizado por grupos proinmigrantes como el «deportador en jefe».
