Hamilton se lo pasa bomba

Después de haberse pegado las vacaciones de su vida y de haberlas publicitado como nunca, Lewis Hamilton volvió a enfundarse el mono de trabajo, en su caso de piloto, aunque en Bélgica siguió de campo y playa.

En un circuito que no es de sus favoritos, el campeón se llevó de calle la ‘pole’ y la carrera, sumando su sexto triunfo en lo que va de curso, y subió al podio por 80ª vez en su trayectoria, igualando en este registro a Ayrton Senna, su ídolo de infancia.

El segundo en cruzar la meta fue Nico Rosberg y ambos le dieron a Mercedes el séptimo doblete de la temporada y el 23º de su historia.

De todos ellos, 18 los ha acumulado la marca de la estrella en el último año y medio, una estadística que bien permite pensar que dispone del monoplaza más dominante de siempre.

Romain Grosjean cerró el podio, algo que no lograba ni él ni Lotus desde el Gran Premio de Estados Unidos de 2013, completando un cajón copado por Mercedes.

Fernando Alonso se sacó de la manga una de sus brillantes arrancadas y en dos curvas pasó de la 19ª posición que ocupó en la salida a la 12ª, aunque pronto comenzó a sufrir la flojera de su McLaren y finalmente terminó el 13º. Carlos Sainz, con un Toro Rosso fallón desde el inicio, se vio obligado a abandonar (vuelta 33), mientras que Roberto Merhi (15º) volvió a concluir por delante de su vecino.

Hamilton no necesitaba el cable que le echó Rosberg. El alemán metió la gamba cuando los semáforos se apagaron y se quedó clavado, despejándole el camino a su compañero y principal oponente en la lucha por la corona.

Lo es especialmente ahora, después del reventón que sufrió Sebastian Vettel en el penúltimo giro y que le aleja en la clasificación de la pareja de Mercedes.

Suerte tienen los demás de que el británico dice no terminar de encontrarse a gusto en Spa, que de lo contrario habría doblado a la mayoría. Este circuito es de los de antes, la pista más larga del calendario (siete kilómetros), y probablemente la única que todavía pone nerviosos a los corredores.

Aquí, más que en ningún otro lado, el tiempo sale a partir de dos parámetros interrelacionados: la competitividad del coche y la osadía de cada uno. Las flechas de plata son los prototipos del momento y pocos conductores son más lanzados que Hamilton, capaz de tomar curvas engranando una marcha más que el resto.

Este triunfo supone el 80º podio para el británico, que iguala en esta estadística a Senna, su ídolo

A estas alturas del año pasado el pabellón de Mercedes soltaba chispas después de que Rosberg forzara la máquina un pelín demasiado y provocara el pinchazo y la posterior retirada del corredor de Tewin, que a punto estuvo de liarse a tiros con él y con quien se cruzara en su camino.

El panorama es diametralmente opuesto a día de hoy, básicamente porque Hamilton domina el cotarro desde el sábado (10 poles de 11 posibles) y remata la faena el domingo sin concederle a nadie la más mínima opción.

Si en 2014 salió de aquí con una desventaja de 29 puntos respecto de su colega, esta vez se despidió con 28 a su favor, una diferencia perfectamente recuperable siempre que Rosberg consiga dar un volantazo y detener la inercia que lleva el campeonato, con un Hamilton que no deja de pasárselo teta, bien sea de fiesta con Rihana en Barbados o subido a su coche en Spa.




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