El pasado mes de junio, con motivo del Orgullo Gay, periodistas deportivos como Juan Antonio Alcalá o Paloma del Río dieron el paso de ser visibles en las páginas de LOC y se preguntaban por qué no había deportistas que se atreviese a hablar de su homosexualidad. En la pasada madrugada, en el partido de pretemporada del Barça, sí hubo un futbolista abiertamente homosexual sobre el terreno de juego. Pero no pertenecía al equipo de Luis Enrique, si no a Los Ángeles Galaxy. Se trata del centrocampista Robbie Rogers, quien en 2013 salió del armario con un comunicado en su página web.
Durante el partido, Robbie, de 27 años, se vio las caras con Luis Suárez o Gerard Piqué pero, a pesar de sus esfuerzos, su equipo perdió 2-1 con el conjunto blaugrana. La normalidad con la que Rogers encara su juego demuestra que se puede ser futbolista y gay sin problemas. De hecho, el propio presidente Obama ha elogiado su ejemplo en la Casa Blanca. Durante una recepción que ofreció al equipo, el presidente se expresó así: «Robbie, sé que ante todo lo que quieres es ganar, pero has logrado además animar a otros jóvenes, aquí y alrededor del mundo, y por eso estamos muy orgullosos de ti».
Nacido en California, Rogers pasó por varios equipos norteamericanos antes de dar el salto a Europa y jugar en la exigente Premier con el Leeds United, donde no terminó de destacar debido a las lesiones. En Londres rompió el silencio sobre su sexualidad. «Los secretos pueden hacer mucho daño a uno mismo. Mucha gente predica sobre la honestidad y como es tan sencilla. Prueba explicar a tus seres queridos después de 25 años que eres gay», dijo entonces.
