La falta de actividad física (sedentarismo) es un factor de riesgo independiente para desarrollar enfermedad coronaria.
Es similar a tener la presión arterial alta, el colesterol alto o fumar.
La práctica regular de ejercicio físico a una intensidad ligera-moderada induce una serie de adaptaciones que producen beneficios para la salud. Múltiples estudios han demostrado una relación directa entre ejercitarse regularmente y la prevención de enfermedades coronarias, eventos cardiacos y muerte.
El ejercicio mejora lo que se conoce como perfil lipídico (bajar el colesterol total, colesterol malo y los triglicéridos y aumentar el colesterol bueno o protector (HDL).
Reduce o previene la hipertensión arterial, la obesidad y el estrés, así como también mejora la forma y apariencia física; aumenta la longevidad y mejora la calidad de vida, lo que ha supuesto que el ejercicio físico sea de gran utilidad para retrasar los efectos negativos del envejecimiento en el aparato cardiovascular.
En pacientes con enfermedad coronaria establecida, el entrenamiento físico mejora la circulación, favorece la vasodilatación por mejoría significativa de la función endotelial, además aumenta la producción de una sustancia llamada citosina, la cual protege contra el desarrollo de la ateroesclerosis (endurecimiento de las arterias).
Los beneficios del ejercicio regular son múltiples y van desde la reducción de las enfermedades cardiovasculares y la muerte cardiaca, hasta favorecer el control de la glucemia en sangre, mejorar la sensibilidad a la insulina y prevenir la aparición de nuevos casos de diabetes tipo 2. También evita la ganancia de peso de después de dejar de fumar e incluso tiene un modesto efecto protector contra el cáncer.
En personas ancianas mejora su estado funcional y su autonomía, previene o retrasa el deterioro cognitivo y disminuye la incidencia de enfermedades de Alzheimer.
Dr. Ernesto Díaz Álvarez, director médico Asoc. Instituto Dominicano de Cardiología.
