Luis Enrique le hizo dos peticiones a Bartomeu cuando se reunió con él para hablar de su continuidad. El técnico quería tener en la plantilla al sevillista Aleix Vidal y al turco Arda Turán. Eran los dos únicos refuerzos que exigía para afrontar una temporada en la que el Barcelona será el equipo a batir tras los éxitos conquistados en el curso pasado de forma espectacular.
La primera petición no ofreció grandes dificultades. Las relaciones entre el Barcelona y el Sevilla son excelentes, el trasvase de jugadores del Pizjuán al Camp Nou y viceversa ha sido una constante en los últimos años. Y a primeros de junio, coincidiendo con la llamada de Del Bosque a Aleix Vidal, un jugador que comenzó a dar sus primeros pasos futbolísticos en La Masía, se hizo oficial su traspaso. El técnico ya tenía un hombre de banda derecha. Montoya podría irse al Inter, y aunque hasta enero no podrá jugar, debido a la sanción impuesta por la FIFA al Barça, Luis Enrique se mostraba satisfecho por el fichaje.
La segunda pieza era más complicada de cazar. Arda Turán tiene una cláusula de rescisión de 41 millones de euros y pese a que Simeone siempre ha dicho que los intocables son Godín y Koke, desde el Barcelona tenían que conocer la predisposición del Atlético a traspasar al turco. El jugador comenzó a dejarse querer por los cantos de sirena de la Premier –el Chelsea está dispuesto a hacerle un hueco en su plantilla– y se le vinculaba más con Inglaterra que con el propio Barcelona. De hecho, surgió el rumor de que el elegido era Koke, que juró fidelidad al Atlético el año pasado cuando los azulgrana lo intentaron fichar.
