Valencia, España.- El pasado sábado 27 de junio, a las 7: 30 de la tarde, un grupo selecto de peledeístas de la luz de la seccional del PLD en Valencia, en compañía de un muy reducido grupo de “invitados especiales” y de los cónsules dominicanos de tres ciudades europeas inauguraron el llamado Centro Cultural Juan Bosch de Valencia.
Para tal acontecimiento no hubo una sola invitación impresa, no se invitó a ninguna autoridad nacional española, ni municipal, ni autonómica, no hubo una sola mención ni invitación para tal inauguración en las Redes Sociales, emisoras de radio, ni en el Sitio Web del Consulado dominicano que es quien crea, organiza y promueve dicho centro cultural. No se invitaron a los representantes de Asociaciones de dominicanos, ni a los dominicanos que de una forma u otra proyectan la cultura dominicana en Valencia.
No se pegó ningún afiche en ningún bar ni peluquería dominicana, no se invitó a ningún cónsul latinoamericano de los países donde vivió Juan Bosch, ni a nadie del Cuerpo Consular acreditado en Valencia, no se le dijo a nadie del consulado dominicano, solo lo sabían uno o dos de los más cercanos colaboradores del cónsul, Jorge Cordero. Fue una actividad de “la secreta” oculta, semi clandestina, los poquísimos “invitados especiales” fueron convidados “de boca” por el cónsul y sus allegados. Fue una actividad totalmente excluyente.
Cuanta falta de sentido común, cuanta falta de respeto a la memoria de Juan Bosch. Esa debió ser una actividad abierta, popular, participativa, incluyente, con presencia todos los dirigentes del PLD, incluyendo aquellos que no son de la luz, del pueblo llano, de “los hijos de machepa” para decirlo en palabras del Prof. Bosch, donde estuvieran las autoridades locales, los cónsules de los países donde vivió Juan Bosch, etc……..nada de eso, al contrario, fue un acto pírrico de un grupito de “iluminados” que se creen los únicos dueños y herederos del legado de don Juan y los únicos dueños de Valencia, por su forma de actuar excluyente. La buena noticia es que un prócer de la estatura y la categoría de Juan Bosch no se reduce con la realización de “travesuras” como esa, quienes se reducen son quienes la hacen.
Gran indignación y revuelo ha causado en todo el colectivo dominicano residente en Valencia, en la gente común, dirigentes políticos, sociales, religiosos y comunitarios enterarse de la forma subrepticia y clandestina con que se inauguró el Centro Cultural que lleva el nombre de uno de los hijos más insignes de la República Dominicana.
Inaugurar el Centro Cultural que lleva en nombre de Juan Bosch sin decírselo a nadie, de forma elitista y excluyente, a escondidas, de espalda a la sociedad, de forma cuasi clandestina, constituye una afrenta a su memoria.
