El liderato del Mundial que ostenta Valentino Rossi desde que empezó la temporada se rebajaba hasta este sábado detallando las circunstancias de sus rivales. La mala suerte de Jorge Lorenzo en las tres primeras carreras, la cruzada de Marc Márquez contra su propia Honda, la grave lesión incluso de Dani Pedrosa.
Su mérito este año se resumía en una cualidad que todo deportista aprecia, pero que el aficionado subestima por aburrida: la regularidad. Siempre en el podio, pero ‘sólo’ dos victorias, el minúsculo punto de ventaja que mantiene en la clasificación sobre su enrachado compañero de Yamaha se entendía así insuficiente. Pero, aunque son 36 sus años, también son seis sus títulos de MotoGP y…
Cualquier reto sigue siendo asumible. Ya en Montmeló, Rossi declaró que debía mejorar en las clasificaciones, que no podía ser que aún no hubiera partido este curso en primera fila, que remontar cada domingo era muy complicado. Dicho y hecho.
En Assen, cuando ya parecía retrasado en la parrilla de nuevo, realizó una última vuelta salvaje, descontrolada, que reventó todos los registros y arrugó a todos sus rivales. En su primera pole desde Cheste 2014, rebajó en más de un segundo (1’32.627) el récord del circuito que poseía Casey Stoner (1’33.713) desde 2012 y sacó varias décimas a los otros aspirantes: Aleix Espargaró, segundo, y Márquez, esta vez tercero.
