Una mujer, dos semanas a prisión por gemir de placer durante el sexo

Gemma Wale, afincada en la ciudad inglesa de Birmingham, ha sido la ‘premiada’ con esta curiosa pena, pues ha sido condenada a dos semanas de prisión por causar molestias, debido al ruido que generaba al practicar relaciones sexuales de madrugada, tras la denuncia de un vecino sensiblemente molesto con sus apasionadas demostraciones de placer.

Una vecina muy ruidosa
Es cierto que en esta condena ha tenido mucho que ver el comportamiento de Wale, muy alejado del que se le supone a un vecino modélico y ejemplar.

Según la juez encargada del caso, tal y como recoge The Guardian, la apasionada protagonista de esta historia ya había pasado por este tipo de problemas previamente.

En enero estuvo en los juzgados por causar molestias a sus vecinos y con anterioridad se habían notificado quejas de las casas colindantes por sus acaloradas discusiones con su pareja, por correr dentro de la vivienda o por los golpes que se escuchaban en el inmueble.

Como suele ocurrir en este tipo de casos, la paciencia llega un momento en el que alcanza su límite y en el entorno vecinal de Wal se acabó el 29 de enero, momento en el que un vecino decidió llamar a las autoridades porque, según su versión, le habían despertado sus gemmolesidos a las cinco de la mañana, los cuales se prolongaron durante unos diez minutos.

Estas declaraciones parecen haber convencido a la juez, porque en su veredicto ha decretado dos semanas de prisión para la apasionada, y ruidosa, Wale.

No pocos son los casos de vecinos más ruidosos de lo habitual en el ámbito sexual. De hecho, probablemente, todos en algún momento hayamos escuchado ruidos más que sospechosos en las viviendas contiguas.

Este tipo de sucesos suelen quedarse en algo anecdótico mas o menos gracioso o molesto, dependiendo del momento. Lo que no es habitual que pase a mayores. Pero esto no significa que nunca ocurra.

A todo el mundo le gusta disfrutar del sexo, pero del propio, no del que practica el vecino de al lado

En ocasiones estas situaciones pueden volverse especialmente incómodas o repetirse de forma habitual. Esto es lo que ocurrió en 2010, también en Reino Unido, cuando Caroline Cartwright, una vecina de Portsmouth, fue multada por ser excesivamente ruidosa durante sus actos sexuales.

En este caso, las autoridades pertinentes llegaron a colocar una grabadora para medir los gemidos de los que llevaban dos años quejándose los vecinos, tal y como informa The Daily Telegraph.




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