En medio de un clima politizado por la tensa relación España- Cataluña, Antonio Banderas ha viajado esta mañana de Los Angeles a Barcelona para recibir el homenaje que la Academia del Cine Catalán rinde cada año al Goya de Honor, en su caso, por «una fulgurante carrera en ambos lados del Atlántico, donde ha desarrollado una versátil trayectoria como intérprete, ha mostrado su punto de vista como realizador y se ha implicado en el terreno de la producción para apoyar los valores nacionales».
Con este acto, celebrado en la Antigua Fábrica Damm, el actor ha dado el pistoletazo de salida a los Premios Gaudí-Premios Goya de la Filmoteca de Catalunya, donde está noche se proyectará su película ‘El camino de los ingleses’ (2006), junto a la presidenta de la Acadèmia, Isona Passola, y el vicepresidente segundo de la Academia del Cine Española, Edmon Roch.
En todo momento, el actor mostró sin tapujos su visión personal sobre la actual situación catalana, ya que paralelamente se estaba celebrando el segundo pleno del debate sobre la envestidura de Artur Mas como President de la Generalitat en el Parlament de Cataluña.
Cuando terminó la dictadura tenía 15 años y fui creciendo y haciéndome hombre de forma paralela a la democracia.
Entiendo todas las partes, incluso la de los independentistas, pero personalmente me gustaría no sólo seguir viviendo juntos, sino seguir soñando juntos», y añadió, «de joven formaba parte de un grupo de teatro en el que todos admirábamos a Cataluña, Els Jogarls, el Teatre Lliure.
Cuando visitabamos Barcelona veíamos la ciudad a la que queríamos parecernos. España ha admirado siempre a Cataluña y eso es algo que tienen que saber».
Muy sincero, declaró estar hablando desde el corazón: «Esta situación ha llegado a convertirse en un proceso Shakesperiano, ser o no ser, quererse o no quererse, yo me siento orgulloso de ser español y eso de no querer serlo produce dolor hacia Cataluña, te sientes rechazado, es como si un amigo te deja de querer porque no eres suficiente».
Con lo que llegó a manifestar: «Ergo, en nuestro país no necesitamos un presidente, necesitamos un psicólogo». Y se animó a bromear que «nadie tiene que renunciar al pan con tomate pase lo que pase».
