El cambio de aires en la política económica europea (neutralidad en la política fiscal y expansión en la monetaria) se deja sentir en la recuperación. La eurozona crecerá el 1,5% este año, casi el doble que el año pasado, con avances de PIB en 27 países –todos, incluida Grecia y con la única excepción de Chipre—pero con disparidades cada vez más alarmantes entre los socios. Ese es el lado oscuro del sueño europeo: tasas de paro inferiores al 5% en Alemania y superiores al 25% en Grecia; superávits comerciales del 8% en Alemania y Holanda frente a los déficits en siete de las 19 economías del euro.
MÁS INFORMACIÓN
- El BCE invertirá más de un billón de euros en activos públicos y privados
- ¿Qué es la expansión cuantitativa del BCE? ¿En qué nos afecta?
- Moscovici: “Grecia tiene los mismos problemas con o sin Varoufakis”
La eurozona se beneficia de una recuperación cíclica, y por el viento de cola que supone el abaratamiento del petróleo, la depreciación del euro y el crecimiento global. Y, sobre todo, de las políticas del Banco Central Europeo: “Las políticas de expansión cuantitativa [compra de deuda a gran escala] están teniendo un impacto significativo en los mercados financieros, contribuyen a tener menor tipos de interés y a una mejora de las condiciones crediticias”, según el informe de la Comisión, que subraya como una victoria la política fiscal neutral tras varios años de austeridad a rajatabla, y el plan de inversionesque está a punto de echar a andar.
Como resultado de esas fuerzas, Bruselas mejora sus previsiones en una décima para este año, hasta el 1,5%. “La economía europea disfruta de su mejor primavera en muchos años, tanto por factores externos como por las políticas europeas, que empiezan a dar frutos”, según el comisario Pierre Moscovici.
Bruselas, aun así, reconoce que se trata de una recuperación “desigual”, en función de lo que afectan a cada país el abaratamiento del petróleo y del euro, o la mejora de las condiciones proporcionada por el BCE. Apunta que la inflación solo se recuperará mínimamente a partir de finales de este año. Aplaude la mejoría de los mercados de trabajo, pero apunta la lentitud de ese proceso: el paro en la eurozona seguirá en el 11% a finales de este año, en la zona de máximos desde que existe el euro y con picos superiores al 20% en Grecia y España. Y, en definitiva, asegura que los riesgos “están equilibrados”, pero advierte de que podrían producirse sorpresas negativas en los más diversos ámbitos: los dos más preocupantes son el aumento de las tensiones geopolíticas y los episodios de volatilidad en los mercados financieros por la normalización de la política monetaria en Estados Unidos.