Chile conquista América

A Chile le valió la pena aguardar toda la vida para ganar una Copa. La Roja salió campeona por vez primera en su historia a costa de Argentina. La rueda de los penaltis condenó a la selección albiceleste, abatida en la final del Mundial y de la Copa América, y coronó al sufrido Chile. Aunque no hay suerte más cruel que los tiros desde los once metros, los anfitriones se ganaron merecidamente el trofeo por haber negado a Messi, ganador en el Barça, perdedor en Argentina. No ha sido un torneo para delanteros con talento sino para atacantes derrochadores como Alexis; jugadores físicos de la talla de Medel; tácticos categóricos, pocos como Sampaoli; e hinchadas entregadas, ninguna como la de Chile.

Hubo un momento en que parecía anunciarse el fin del mundo en el Nacional. No había más color que el rojo, el rojo del fuego; la hinchada rugía, todos a una, como si todo Chile estuviera metido del estadio; y equipo atacaba cada pelota como si fuera la última, la decisiva, la que por fin le daba una victoria como Dios manda a la sufrida Chile. No era una ofensiva salvaje, nada de bárbaros, porque los equipos de Sampaoli procuran desplegarse de manera sincronizada, exigente, entrenada. No es casual que el seleccionador chileno participe de la ideología de Bielsa y Guardiola. Nada más sacar de centro, Chile consiguió meter a Argentina en una lavadora y el centrifugado fue tremendo durante casi media hora.




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