Semáforos homosexuales

«Verde pasa, rojo espera. Mira hacia los lados si cruzas a la otra acera». Con esta cancioncita de Barrio Sésamo daban los niños del siglo XX sus primeros pasos en la circulación vial, sin sospechar los múltiples sentidos que podía encerrar aquello de pasar a la otra acera. Ahora, cuando los niños vieneses crucen la calle, tendrán esto último muy en cuenta, debido a unos evocativos semáforos que invitan a pensar en las diferentes combinaciones y permutaciones que plantea el concepto pareja.

La capital austríaca ha sustituido 29 semáforos tradicionales por otros que incluyen figuras de parejas homosexuales dadas de la mano, caminando o en posición estática según corresponda al verde o al rojo y en torno a los cuales flotan unos tiernos corazoncitos. Según la versión oficial, se trata de dar una imagen de tolerancia y ciudad abierta de cara al festival de Eurovisión, que se celebra en Viena el próximo 23 de mayo, después de que la pasada edición fuera ganada por el travesti Conchita Wurst.

Siguiendo con los argumentos oficiales, la iniciativa también pretende mejorar la seguridad vial, ya que el ayuntamiento espera que tanto conductores como peatones estén «más atentos a las señales de tráfico» gracias a esta campaña.

Viena acogerá además el 16 de mayo la celebración del Life Ball, considerado el mayor acto europeo de apoyo a los afectados de sida o VIH, que este año contará con la presencia del diseñador Jean Paul Gaultier, la actriz Charlize Theron y la cantante Mary J. Blige. «Es una buena ocasión para dejar en evidencia que los símbolos a veces repiten clichés sexuales que deben ser superados», ha explicado la responsable del departamento municipal del que ha surgido la idea, Sonja Vicht. Desde la oposición conservadora, sin embargo, el diputado Toni Mahdalik ha criticado que «es una soberana tontería de la administración roji-verde, que haría mejor en invertir ese dinero en crear empleos para los 150.000 parados que hay en la ciudad».

La opinión de la vecina Berlín

Desde Berlín, sin embargo, se percibe una segunda y más aviesa intención en los semáforos homosexuales de Viena, que llegandispuestos a competir con el tradicional Ampelmann de la capital alemana, un icono inocente y en principio hetero, pero que había ido ganando cierto carácter gay por extensión de la reputación de la ciudad y que se podría sentirse ahora amenazado por los homo vieneses.

Lo que está claro, en todo caso, es que las capitales europeas están dispuestas a derrochar iniciativas con tal de quedarse con el tan lucrativo turismo homosexual, que mueve al año, según la Gay European Tourism Association (GETA), 65.000 millones de dólares.




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