El Real Madrid, finalista por las bravas ante el Bayern

El equipo, sostenido por Keylor Navas, resiste como puede frente a un Bayern con extraordinaria determinación desde el principio y alcanza su 16ª final de la Copa de Europa.

Por las bravas, con el corazón en los huesos, el Real Madrid logró alistarse para su 16ª final de la Copa de Europa. Lo consiguió con el cuchillo entre los dientes y la mandíbula de hormigón, mayormente enclaustrado en su área frente a un Bayern que se desplegó con una determinación extraordinaria. Así fue desde el amanecer hasta la caída del telón, con los madridistas ya resopla que resopla. El Bayern les condujo a un pulgar del abismo en una noche que le exigió más corajina que otra cosa. Arrojo, arrojo y arrojo en un duelo con Benzema como imprevisto goleador, pero, sobremanera, con Keylor por bandera. En un doble duelo con Cristiano seco, la crecida del meta costarricense evidencia el mal trago del campeón frente a un Bayern imperecedero hasta en la derrota.

Ni una milésima se demoró el Bayern en ir a por el partido. Antes de que pestañeara el Madrid, el equipo alemán acentuó su personalidad, ese temperamento que le ha hecho célebre entre la gran aristocracia del fútbol. Como le ocurre al Madrid en cualquier ruedo, no hay pirotecnia del Bernabéu que intimide a una institución con tanto tonelaje como la bávara. De entrada, con Thiago al volante, el Bayern logró encapsular a su oponente. Del monocultivo germano, con el Real parasitado, llegó el tanto de Kimmich, ya goleador en la ida. Antes de los tres minutos, el lateral pescó un rechace anudado de Ramos y dejó helada a la hinchada de Chamartín antes de que el equipo la hubiera calentado.

Ni siquiera el renacer de Benzema, en su mejor versión del curso, espabiló a los locales. Sin haber arrancado a jugar, el conjunto español empató por la vía más inopinada en los últimos tiempos. Marcelo enroscó la pelota al área y Benzema se anticipó de cabeza a Alaba, al que la jugada le pilló en Múnich, no en Madrid. Un gol episódico en un primer acto gobernado por el cuadro de Jupp Heynckes frente a un adversario desnortado, a la caza de sombras, una y otra vez a rebufo, corre que corre sin el sustento de la pelota, casi siempre fuera de su radar.

Habría que rebobinar a noviembre de 2015, al 0-4 del Barça al Madrid de Rafa Benítez, para dar con un choque en combustión en el que no estuviera Casemiro. Contra el Bayern, así lo decidió Zidane, que repasó los tiempos veraniegos de la Supercopa doméstica y anticipó a Kovacic sobre el brasileño. Lejos de ser un brigada de Lucas Vázquez, ortopédico lateral por la baja de Carvajal, el croata suplantó a Casemiro. El envite no resultó. El socorro a Lucas frente a Alaba y Ribéry fue de Modric. El croata desgastó suela y suela, pero el Real Madrid perdió a su principal satélite para manejar el balón. Con Kovacic tampoco logró encapotar al Bayern en el embudo del campo. Con el balcánico demasiado en paralelo con Kroos, tanto Tolisso como el atinado Thiago y James escalaban sin tachuelas hasta el balcón del área. Situación que generaba aprensión en los zagueros, cada vez más reculados en el rancho del espléndido Keylor.

Real Madrid

4-4-2 (D.P.)

ZINEDINE ZIDANE

1

Keylor Navas

5

Tarjeta amarilla

Varane

17

Tarjeta amarilla

Lucas Vázquez

4

Sergio Ramos

12

Marcelo

23

Cambio

Kovacic

20

Cambio

Marco Asensio

10

Tarjeta amarilla

Modric

8

Kroos

7

Cristiano

9

2 golesCambio

Benzema

26

Ulreich

4

Niklas Süle

32

1 goles

Joshua Kimmich

5

Hummels

27

Alaba

11

1 golesCambio

James

6

Thiago

24

Cambio

Tolisso

7

Ribéry

25

Müller

9

Lewandowski

Bayern

4-1-4-1

JOSEF HEYNCKES

Sergio Ramos y Varane se vieron obligados al achique permanente ante dos pértigas como Müller y Lewandowski. James estuvo a un meñique de embocar bajo el larguero y las pisadas se multiplicaban en la finca de Keylor. Al otro lado, apenas un tiro cruzado de Cristiano desviado por Ulreich. Incapaz de embridar el duelo, tan poco expansivo estaba el Madrid que concluido el primer acto su portero se había relacionado con el balón más que el mismísimo Cristiano. Un intermedio al que se llegó con el Bayern en alza y enojado con Çakir, el árbitro turco. Kimmich se desgañitó ante el juez reclamando una mano elocuente de Marcelo dentro del área local. En el pelotón arbitral todos se hicieron los lonchas.

Su colonizador primer tiempo no impidió que el cuadro muniqués se llevara un chasco de aúpa cuando Tolisso y, sobre todo Ulreich, la liaron gorda. A los 30 segundos, el francés apuró una cesión a su meta. Solo el propio Ulreich, sólido toda la temporada como relevo del pretoriano Neuer, sabrá lo que quiso hacer. De forma patosa quiso patear con la pierna derecha cuando el despeje propiciaba la izquierda. Ni con una ni con la otra. Del sainete de Ulreich se aprovechó Benzema, por fin goleador. Y en menuda jornada

El golpe no hizo claudicar al Bayern, que igualó el duelo con un tanto de James, pero sí alumbró a un Madrid al menos contragolpeador. Con Asensio a la carrera, los muchachos de Zidane pillaron pista en alguna ocasión, pero sin botín. Como el Bayern no flojeó en su empeño, Zidane tuvo que intervenir. El relato del partido hacía sospechar que la trama de la eliminatoria estaba en el perímetro de Keylor, lejos de Ulreich, al que apenas se volvió a enfocar desde su pifia. Zidane reclutó a Casemiro y Bale, y luego a Nacho. El equipo muniqués, sublevado de principio a fin, cargó con todo, con un Madrid ya solo resistente, a la heroica en el cuartel de un trascendente Keylor, firme y firme ante cada asalto. Por ejemplo, en un rechace imponente ante Tolisso.

Real Madrid
Bayern

40.1%

59.9%

0

1

3

10

8

1

5

5

1

6

  • 8

    1

  • 4

    0

  • 0

    0

  • 10

    10

  • 10

    10

  • 125

    145

  • 61

    60

  • 3

    0

  • 0

    0

Y así, enchironado, al límite, alcanzó el Madrid la pasarela de Kiev del próximo día 26. Ahí podrá darse otra inyección de universalidad, que es lo que tiene la púrpura de la Copa de Europa. El Madrid, que solo había perdido en casa una de las 32 eliminatorias europeas con ventaja en la ida —frente al Odense en la UEFA de 1994— ya está ante su enésimo y exclusivo reto infinito: 13 títulos y el primer triplete tras el sellado por el Bayern hace 42 años. Veremos. Pero este Madrid indescifrable solo tiene una certidumbre: avanza por las buenas y por las malas. Es el Madrid, claro.




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