Zidane y Ancelotti, dos entrenadores en deuda

Ancelotti se siente tan orgulloso de sus libros como de sus títulos. Se le nota cuando habla de ellos. Al leerlos, a uno le asalta la duda de si habla sobre fútbol o sobre la vida a través del fútbol. Aborda la relación con los jugadores y con los presidentes, que es la más próxima a la relación con el dinero.

En ambas pueden encontrarse buena parte de las claves de la relación de los hombres, en general. Sólo faltan las mujeres. Al mismo tiempo, Ancelotti describe la relación que mantiene consigo mismo, el peso de la enseñanza que supuso la vida de su padre, un campesino que le transmitió lo insignificantes que somos frente a lo inexorable, como el clima, y los prejuicios de los que se ha sabido desprenderse con el tiempo.

Alreferirse a esto último es cuando señala a Zidane, porque su talento le hizo anteponer el jugador al sistema, durante las dos temporadas de cohabitación en la Juventus.
El tiempo compartido en el Milan con Arrigo Sacchi, como jugador y después como ayudante, le dejó grabado a fuego el 4-4-2 y la ‘zona’ que dominó Europa. Tanto que al dirigir al Parma, su segundo equipo como técnico tras la Reggiana, Ancelotti rechazó a Roberto Baggio porque no encajaba en su esquema. «¡Qué imbécil!», ha llegado a confesar, entre risas. Reírse de uno mismo es un síntoma de inteligencia.

«Al encontrarme a Zidane en la Juve, me di cuenta de que lo que debía modificar era el sistema. Él cambió mi filosofía como entrenador», ha explicado. De regreso al Milan, el 4-3-2-1, su árbol de Navidad, fue una forma de acomodar a los talentos que incorporaba Berlusconi.

Ahí sí habría tenido sitio Isco», bromeaba en su etapa en Madrid.
La deuda de Ancelotti con el francés no concluye con aquella transformación, 20 años atrás. Al incorporarse al ‘staff’ del italiano en el primer equipo del Madrid, Zidane aprovechó su mayor proximidad a los futbolistas, tanto por una cuestión generacional como por haber jugado con parte de ellos, para evitar ese desgaste a Ancelotti.

Enconcreto, el italiano ha reconocido que el francés resultó de gran ayuda para activar a un talento taciturno, como Benzema. Zidane no se ha distinguido por ser un personaje muy comunicativo, como quedó de manifiesto en su paso por el filial, una etapa controvertida. Ayer, incluso, el técnico del Madrid admitió no haber hablado específicamente con Isco, a pesar del debate que rodea al jugador o de la renovación pendiente. Quienes compartieron vestuario con el francés prefieren referirse a una comunicación de gestos y miradas. No hace falta hablar para saber cuándo está de acuerdo o en desacuerdo. Ahora, a esa comunicación gestual se añaden las decisiones de entrenador.




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