Hoy entra en escena la nueva cláusula de rescisión de Neymar: se ha encarecido. Se trata de una cláusula progresiva. Si quisiera abandonar el Barça, Neymar debería pagar 200 millones de euros en el primer año, 222 en el segundo y 250 a partir del tercero (hasta ahora, la cláusula era de 190 millones).
El Barça aplaude el nuevo statu quo. Será más difícil que Neymar se marche. Sin embargo, esta táctica defensiva tiene una grieta. Una consulta vinculante a la dirección general de Tributos (DGT) facilitará las cosas a los clubs compradores y perjudicará a aquellos que blindaron a sus jugadores para que no se fueran: en adelante, el pago de la cláusula va a dejar de entenderse como un rendimiento del trabajo, para interpretarse como una indemnización.
“Para entendernos, recuperemos el ejemplo de Neymar”, dice Esaú Alarcón, miembro de la Asociación Española de Asesores Fiscales (Aedaf): “Antes de esta reforma, Neymar hubiera pagado al Barça los 200 millones de su cláusula. Y el nuevo club le hubiera pagado los 200 millones a Neymar. Pero en un primer momento, Neymar no hubiera recibido esos 200 millones, sino 104. Los otros 96 hubieran ido a Hacienda como retención por el IRPF (que en esta escala tributaria se encuentra cerca del 48%)”.
Es cierto que Neymar hubiera recuperado buena parte de esa retención en el momento en que presentara la declaración de la renta. Pero para entonces habría tenido que esperar un tiempo. Quizá incluso más de un año.
