Llegan a Nepal 46 soldados de la UME para buscar a los españoles desaparecidos

A bordo de un avión de la Fuerza Aérea Española, esta mañana han llegado a Katamandú 46 soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y siete guardias civiles para ayudar en las tareas de búsqueda y rescate tras el terremoto de Nepal. Su misión es en busca de un milagro porque se trasladarán al valle de Langtang, una de las zonas más devastadas por el seísmo y donde se perdió el rastro de siete montañeros españoles, entre los que hay cuatro asturianos y una catalana.

Aunque las posibilidades de encontrarlos con vida son cada vez más pequeñas porque el terremoto provocó unos corrimientos de tierra que sepultaron el valle, los efectivos españoles no pierden la esperanza y han traído perros adiestrados para la búsqueda de personas entre los escombros y un sofisticado equipo técnico. Mientras los perros son capaces de olfatear un cuerpo humano, vivo o muerto, en un perímetro de ocho metros cuadrados, los geófonos de los militares pueden detectar sonidos y vibraciones bajo los cascotes. Además, con sus cámaras de búsqueda pueden penetrar entre los escombros y hasta comunicarse con la persona atrapada, en caso de que esté viva.

A la espera de que el dispositivo de la UME se traslade lo antes posible al valle de Langtang para montar un campamento, cinco guardias civiles del Grupo de Montaña se desplazan este lunes en helicóptero a la zona para inspeccionar el terremoto. Tras aterrizar en Kyanjin Gumba, a unos 3.800 metros de altitud, irán descendiendo a pie y rastreando el lugar buscando cuerpos entre las avalanchas de rocas que cayeron de la montaña. Su objetivo es llegar por la tarde al pueblo de Langtang, que contaba con 55 albergues porque se ubicaba en una popular ruta de senderismo y ha quedado totalmente sepultado. Para el miércoles, pretenden haber descendido el resto del valle con el fin de encontrarse con los soldados de la UME, pero sus planes dependerán de la meteorología y del tiempo que la burocracia nepalí tarde en gestionar el traslado de los efectivos españoles.

La tarea es titánica porque exige un gran esfuerzo logístico, ya que el material de campaña deberá ser transportado al valle en helicópteros, mientras que otros víveres y aguas pueden llegar a lomos de mulas en los puntos que ya han sido abiertos tras los corrimientos de tierra.

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Sobrecogidos por la destrucción que han visto desde el aire, los guardias civiles y la UME tienen cada vez menos esperanzas de hallar con vida a los siete montañeros españoles, pero siguen adelante confiando en que su misión acabe deparando un milagro.




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