Advierten del peligro de «bajar la guardia» ante temporada huracanes promedio

EFE
Miami

Meteorólogos y altos funcionarios estadounidenses advirtieron ayer en Miami (EE.UU.) del peligro que entraña «bajar la guardia» ante una temporada de huracanes en la cuenca atlántica que se prevé este año «cercana» a lo normal.

Tras años de una actividad ciclónica cercana o por debajo del promedio en el Atlántico, la «complacencia» y «descuido» que esto puede generar en la población es «muy peligroso», dijo a Efe Robert Molleda, coordinador meteorólogo del Centro Nacional de Huracanes (CNH) de EE.UU., con sede en Miami.

Esta advertencia fue el punto focal de la rueda de prensa que tuvo lugar en las instalaciones del CNH, en coincidencia con el inicio de la temporada de huracanes en el Atlántico, que afronta Estados Unidos, el Caribe y México y que concluye el 30 de noviembre.

Hace años que un huracán potente no toca tierra en Estados Unidos, y eso crea un cierto «descuido y complacencia» en la población costera, que tiende a descuidar la importancia de contar con un plan de evacuación y prepararse a tiempo, resaltó Molleda.

En ese contexto, el experto advirtió de que, en caso de huracán, la amenaza más seria lo constituye la «marejada ciclónica», que provoca un «aumento del nivel del mar» e «inundaciones que pueden penetrar muchas millas tierra adentro».

La Administración Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA) precisó la semana pasada en un informe que se prevé la formación de entre 10 y 16 tormentas tropicales, de las cuales entre 4 y 8 llegarían a huracanes.

En una temporada considerada normal por la NOAA se forman una media de 12 tormentas tropicales, de las que 6 se convierten en huracanes y 3 de ellos alcanzan categorías superiores.

El organismo precisó que entre 1 y 4 de los huracanes previstos lo serán de categoría mayor en la escala de intensidad de Saffir-Simpson, de un máximo de 5.

Pero Molleda recordó que «no importa la cantidad o número de tormentas que se generen durante la temporada, ya que cualquiera de ellas puede impactar una zona y causar una catástrofe».

Así sucedió en 1992, temporada en la que solo se predijeron siete tormentas, pero el poderoso huracán de categoría 5 Andrew, con vientos de más de 252 kilómetros por hora, barrió las ciudades de Homestead y Florida City, en el estado de Florida, en el sureste de EE.UU.

«Andrew» causó 15 muertos, destruyó 25.500 casas, otras 100.000 sufrieron daños y 25.000 personas quedaron sin techo, en un desastre con unos daños valorados en 25.000 millones de dólares.

El peor desastre natural que se ha producido nunca en el sur de Florida» es, en ese sentido, un recordatorio de que debemos «estar preparados y tener a tiempo un plan de emergencia».

En la conferencia de prensa, el director de este centro, Rick Knabb, el administrador de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), Craig Fugate, y la congresista por Florida Debbie Wasserman Schultz coincidieron en dos puntos clave: evacuar a tiempo y contar con los suministros necesarios durante el paso del fenómeno meteorológico.

Las personas que permanezcan en sus hogares o en el de familiares deben estar abastecidas de agua y disponer de medicinas, dinero en efectivo y alimentos enlatados para al menos tres días, además de pilas para linternas, recomendó Molleda.

Fugate, por su parte, abundó en el peligro de las «marejadas» para las poblaciones costeras e insistió en la importancia de «evacuar».

«Evacuar es la única respuesta» adecuada ante la llegada de un huracán. «Esperar por esperar hasta el último momento o quedarse para experimentar cuesta vidas humanas, puede significar la muerte», alertó el administrador de FEMA.

Porque, pese al gran avance tecnológico en materia de previsión, examen, pronóstico y seguimiento de fenómenos meteorológicos, la «responsabilidad personal» y la «preparación», agregó, son la clave para afrontar la llegada de un huracán.

En esa misma línea, Knabb se mostró entusiasmado con los nuevos mapas y gráficas interactivos capaces de brindar datos de las zonas costeras bajo riesgo de inundación en Estados Unidos, ante la amenaza de un huracán o tormenta.

Pero estas nuevas herramientas, precisó Knabb, no suplen la importancia de «estar preparados».

La población del estado de Florida resulta «especialmente vulnerable», pues el 40 % de sus habitantes residen en áreas expuestas a inundaciones por tormentas.

Un factor coadyuvante en el desarrollo de esta temporada de huracanes es la «disipación» del fenómeno de «El Niño» y la presencia de «La Niña» en el Pacífico, que favorece, esta última, la formación de huracanes en el Atlántico, especialmente entre agosto y octubre.

En los últimos años el principal elemento responsable de una actividad ciclónica por debajo de lo normal en el Atlántico ha sido El Niño, muy presente en el Pacífico, que inhibe la formación de huracanes en el Atlántico.

Florida lleva una racha de diez años sin sufrir el impacto de un huracán. El último ciclón de categoría mayor que tocó tierra en este estado fue Wilma, en 2005, lo que supone un nuevo récord para la península.




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