El presidente interino de Brasil, Michel Temer, aspira a mantenerse dos años en el poder, hasta el final del mandato de Dilma Rousseff, al frente de un “Gobierno de salvación”, con un Estado “sin corrupción y eficiente”, pese a que nueve de sus ministros están salpicados por el escándalo de Petrobras.
En su primer día de actividad, el presidente y sus colaboradores adelantaron ya algunas de las líneas generales de su plan de acción: ajuste, revisión de programas sociales y una reducción del papel del Estado.
Temer asumió la Presidencia de Brasil de forma interina el jueves en sustitución de Rousseff, separada de sus funciones durante 180 días para enfrentar un juicio político que podría terminar con su destitución o con su exoneración, lo que le permitiría recuperar el cargo y completar su mandato.