Qué está pasando en Madrid? Desde que comenzó el año se han registrado 59 agresiones contra gais, lesbianas y transexuales, el 92% de ellas en la capital. La última ayer mismo, en el popular distrito de Vallecas: un joven fue agredido por un vecino.
Se lió a golpes contra él, mientras le llamaba maricón, maricón…”, explica Rubén López, miembro de la asociación Arcópolis y del recientemente creado Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia (febrero), aunque ya trabajaban en la asistencia a las víctimas desde hace dos años.
López acaba de recibir la llamada de este joven para que le acompañen a denunciar esta nueva agresión, tras haber pasado por el centro sanitario y recoger el parte de lesiones. El estatuto de la víctima, aprobado el año pasado y cuyo reglamento acaba de desarrollarse, permite la figura del acompañante, algo fundamental para las víctimas.
Entonces sí deciden dar el paso de denunciar. Estas agresiones no son nuevas. Lo que sí es nuevo es la denuncia, el colectivo ha decidido que hasta aquí hemos llegado”, señala.
Esta nueva agresión se sucede unos días después de otra (en la madrugada del jueves) que terminó con un arrestado, “un joven español completamente normal”, explica Rubén, que fue quien acompañó a Javier y su pareja, de 27 y 24 años respectivamente, después de ser golpeados tras el consiguiente grito de “maricones, maricones.
Uno llevaba una chaqueta que ellos consideraban gay, con flores y entallada, y fueron a por ellos. Les tiraron un bote de bebida y les golpearon. uno de los dos tiene un par de fracturas faciales”, explica Rubén. Fue él quien, en la madrugada del viernes, sobre las 7 de la mañana (la agresión se produjo a las 6), recibió el aviso de la agresión y fue a asistir a la pareja, les acompañó al hospital y luego a comisaria.
Así funciona el Observatorio: el agredido avisa por llamada telefónica, por WhatsApp o por las redes sociales y un voluntario de Arcópolis se ocupa de atenderlos y asesorarlos. Pero, ¿por qué se producen tantas agresiones en Madrid? Desde Arcópolis creen que “es el precio de la libertad”. Descartan que se deba a bandas neonazis ni de ideología ultra.
Por los datos que tenemos son jóvenes que no aceptan la homosexualidad y menos aún que se exhiba, algo que desde hace unos años sí hacemos. Los nuevos jóvenes gais no se esconden, se agarran de la mano o se besan cuando regresan a sus casas y entonces se produce la agresión.
Más de la mitad de las agresiones en Madrid se han registrado en la zona centro, en las proximidades de Chueca, el barrio gay por excelencia de la ciudad. Rubén López rebate también que en Madrid se produzcan más agresiones que en Barcelona: “Es posible que sí, pero no de una manera significativa.
En Barcelona se producen muchas, lo que pasa es que allí el colectivo no tiene un observatorio específico de agresiones como hay en Madrid, con una estructura preparada para dar asistencia y cobertura a los agredidos”. El año pasado se contabilizaron 113 agresiones homófobas en Barcelona, la mayoría a gais. También la gran mayoría fueron denunciadas, cifras que crecen cada año precisamente por el fin de la cultura del silencio ante ellas de las nuevas generaciones.
El Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia está destapando la realidad de esta comunidad que, pese a contar con el apoyo de todas las leyes habidas y por haber, lo cierto es que aún se ven limitados en su expresión pública.
De ahí que desde las organizaciones homosexuales se esté presionando al Ayuntamiento de Madrid, liderado por Manuela Carmena (a quien piden una reunión urgente) para elaborar un plan de concienciación y educación, principales instrumentos para acotar esta violencia.
Rubén López reconoce que ha habido avances en esta materia, tanto por el Consistorio como de la Comunidad, con la disposición de apoyos por parte de las policías municipal y nacional, así como con el fiscal contra los delitos de odio. Pero creen que hay que dar un paso más encaminado a la educación y a la asistencia a las víctimas, la gran mayoría gais.
Las lesbianas y transexuales aún tienen problemas para tomar la iniciativa de denunciar, apenas una docena en lo que va de año. “Tienen miedo”, dice López, porque están más estigmatizadas.
Desde Arcópolis exigen una mayor implicación institucional y una dotación presupuestaria a un observatorio creado y sostenido a base de voluntarios, jóvenes y no tan jóvenes que no dudan en salir de sus casas para acompañar a las víctimas en unos momentos duros.
