Una red obligaba a 60 mujeres chinas a prostituirse y a vivir entre mugre

Una red de proxenetas trataba como “pura mercancía” a 60 mujeres chinas a las que obligaba a prostituirse. Así lo han relatado los agentes de la Guardia Civil que han desmantelado la organización, que operaba en distintas ciudades españolas.

La mafia alojaba a sus víctimas, que ejercían en pisos y karaokes, en sótanos insalubres, llenos de mugre, casi sin luz y vigiladas por un circuito interno de televisión. Y cuando dejaban de ser rentables para su negocio, al cumplir la cuarentena de edad, las vendían como esclavas.

Esta es la realidad que han tenido que afrontar las decenas de mujeres que cayeron presas de esta red de proxenetas. “No tenían escrúpulo alguno en venderlas por mil euros”, han relatado fuentes de la Guardia Civil. La operación, bautizada con el nombre Gavelo, se ha saldado con 29 detenidos, la mayoría de origen chino, 29 mujeres liberadas y 22 registros efectuados en Madrid, Valencia, Soria, Zaragoza, Girona, Lleida y Toledo.

Una vez aceptaban el supuesto trabajo, muchas de ellas eran obligadas a hacer una escala temporal en Guinea Ecuatorial y en Dubái

El resultado de la operación, que continúa abierta, también ha sido posible gracias a que es la primera vez en España y en Europa que la Policía china trabaja conjuntamente con la española. No obstante, agentes franceses y andorranos también han colaborado en el caso.

Viajaban desde China

Las mujeres liberadas fueron captadas en provincias chinas entre familias de clase baja con la promesa de un trabajo bien remunerado, como el cuidado de niños de compatriotas residentes en España. Una vez aceptaban el supuesto trabajo, muchas de ellas eran obligadas a hacer una escala temporal en Guinea Ecuatorial y en Dubái, donde también ejercían la prostitución unos tres meses.

A pesar de que ganaban entre 6.000 y 8.000 euros al mes, el pago de las deudas que contraían con la red apenas les dejaba 20 euros

La red estaba estructurada en células y compraba la deuda que sus víctimas habían contraído con la organización en esos países por el pago de los billetes de avión y la manutención, entre otros gastos. Una vez llegaban a Europa, pasaban previamente por Francia y luego eran distribuidas en diferentes provincias españolas.

A pesar de que ganaban entre 6.000 y 8.000 euros al mes, el pago de las deudas que contraían con la red apenas les dejaba 20 euros, que en ocasiones enviaban a sus familiares en China siempre custodiadas por la organización. Además, los proxenetas las obligaban a ingerir drogas o medicamentos.

El circuito de la prostitución

Controladas por «madames», las mujeres eran trasladadas por otros miembros de la red, los llamados «taxistas», a viviendas, lugares de ocio u hoteles para ponerlas a disposición de los clientes, a los que cobraban según los servicios prestados, con un máximo de 300 euros.

En el caso de algunas zonas, como la Comunidad de Madrid, la mafia las llevaban a karaokes para ofrecerlas a los clientes en salas reservadas.Otras veces, los «taxistas» las llevaban desde los pisos de La Seu d’Urgell (Lleida), en donde estaban recluidas, hasta Andorra, en donde eran entregadas a los clientes para después devolverlas a las viviendas de la localidad leridana.

Durante la operación, que sigue abierta, se han bloqueado activos y cuentas bancarias empleadas por la organización para blanquear el dinero. No se descartan más detenciones por la ramificación de la red en otros países y, de hecho, se van a dictar órdenes internacionales de detención.

Las mujeres liberadas están ahora en alojamientos de varias ONG, que les están dando apoyo mientras se abre un periodo de reflexión de 90 días para que declaren si así lo desean. Según fuentes de la Guardia Civil, las víctimas de esta trama de proxenetismo podrán conseguir permiso de trabajo y residencia en España o, si lo desean, regresar a su país.




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