Kiko Casilla, un portero con brazos de voleibol

La eléctrica portería del Bernabéu recibe hoy a un nuevo visitante. Kiko Casilla irrumpe por culpa de la lesión muscular de Keylor Navas, un pellizco apenas, pero suficiente para que a Rafa Benítez le salten las alarmas con el futbolista en mejor estado de su plantilla.

La semana próxima tiene dos etapas pirenaicas (PSG y Sevilla) y por qué arriesgar. Sobre todo cuando tras el encendido costarricense aparece un portero con trazas de titular en cualquier equipo de primer nivel.

Kiko Casilla debutará esta tarde como guardameta del Real Madrid, después de un esforzado viaje por el fútbol profesional, ida y vuelta a la Ciudad Deportiva blanca, con brega en Segunda División (Cartagena y Cádiz) y madurez en el Espanyol.

Es internacional, acumula 115 partidos en Primera División, tiene 31 años y masca el apetito del cadete que llegó a las categorías inferiores del Real Madrid desde Tarragona, su tierra.

Un nene espigado y tímido, que a los pocos días explicó el secreto de su extraordinaria coordinación y eficacia en los balones aéreos. Brazos larguísimos arriba, una pared.

Es por el voleibol», explicó a Emilio Álvarez, el jefe de porteros de la cantera blanca en aquel momento.

Casilla combinó en su infancia el fútbol con el deporte de su hermano, Pepe, profesional de la red alta, capitán incluso de la selección española y con historial olímpico.

La coordinación que tenía entre la mano y el pie en los saltos era muy llamativa. Le venía del voley.

Además, su físico, largos brazos y piernas, le favorecía», explica este maestro de guardametas, uno de los expertos con mejor historial del fútbol español (Valencia, Benfica, Atlético).




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