El viaje de los Reyes Magos en España

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“Ha sido un viaje largo y cansado, pero aquí estamos, con una comitiva como nunca para llenar de regalos todas las casas”, dijo anoche el rey Gaspar antes de subirse a su carroza. Sus Mágicas Majestades acababan de llegar del lejano Oriente, pero no en el nuevo tren Yixinou que une Madrid y China, sino en “unos camellos que viajan más rápido de lo normal”, según explicaba Baltasar.

A Melchor se le veía ufano, a pesar de la caída de los precios del oro frente al incienso y la mirra. Parece que más de dos mil años de trabajo juntos no les impiden llevarse bien, a pesar de su extraordinario parecido con tres concejales de diferentes grupos municipales: Diego Sanjuanbenito (PP), Gabriel Calles (PSOE) y Jaime María de Berenguer (UPyD). Quién sabe, tal vez el año que viene nos visite un rey mago que se parezca mucho a algún miembro de Podemos.

Y comenzó la cabalgata ante la furiosa algarabía entonada por miles de niños que se agarraban a las vallas, como si no hubiera mañana, en busca de toneladas de dulces (estaba previsto repartir 1.200 kilos). El grito de guerra era uno: “¡Caramelos!”. Este año el desfile estuvo centrado en la música y fue como una gran canción formada por notas como la carroza de Masterchef Junior (en la que Bustamante, Paula Echevarría y los chefs del programa disfrutaban repartiendo caramelos casi más que los niños), la de Clan, habitada por los personajes de la cadena infantil (Peppa Pig, Pocoyó, Bob Esponja) o la de El Corte Inglés, poblada de prodigiosos músicos pingüinos como venidos de Cortylandia. Por ahí pululaba el fauno Faisca, que decía estar cansado de perseguir ninfas y tocar el flautín, “horas y horas de arriba para abajo, escapando de un troll”.

También la ratona jefe de La Fábrica de Sueños: “Hemos venido persiguiendo al flautista de Hamelín, que pretendía dominarnos, pero hemos decidido que no”. ¿Serán ratones indignados? Miguelín y sus docenas de ocas correteando, en su rural sencillez palentina, siempre es uno de los éxitos, a pesar de los efectos especiales circundantes. La clave del asunto estaba en las carrozas de Sus Majestades, inspiradas en las claves musicales de sol, fa y do.

En Cibeles, Melchor tomó la palabra. Recordó a los niños que son víctimas de la explotación, la pobreza o la violencia y dio un consejo que será muy del gusto de la apaleada industria editorial: “La verdadera sabiduría, la verdadera magia, la hemos encontrado siempre en los libros”, sentenció. “Leed muchos libros. En ellos hallaréis mundos desconocidos y vidas apasionantes que os harán sabios. Y con ellos disfrutaréis de la magia más poderosa que tenemos las personas: la magia de la fantasía y la imaginación”. Luego atronaron los fuegos artificiales sobre el Palacio de Comunicaciones.

El dispositivo de limpieza, como una escoba gigante, lo dejó todo como los chorros de oro. La cabalgata de Reyes trajo regalos e ilusión y se llevó 800.000 euros de las arcas municipales y 433.430 de las de los patrocinadores privados.




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