El Atlético de Madrid gana al Getafe con una victoria de manual

Hay sesiones en las que la película se descubre pronto. Bastan dos planos para saber lo que ocurrirá después. Trasladado el cine al fútbol, sería como observar los primeros minutos para conocer por dónde se moverán los personajes, quién reclamará los mejores planos y a quién no le saldrá la escena una y otra vez.

El del Calderón fue un partido en el que solo apareció un equipo, el Atlético, que decidió resolver la papeleta apenas arrancada la cinta. El Getafe fue un secundario sin frase que se sintió fuera de foco desde el comienzo, obligado a soportar el chaparrón por imperativo del guion.

Hubo partido hasta que llegó el gol de Griezmann. Y el francés lo marcó a los tres minutos. Hasta ahí aguantó el Getafe, una sombra durante todo el encuentro, incapaz de contabilizar las camisetas rojiblancas que tenía enfrente.

Como quien observa una marabunta, pero es incapaz de hacerle frente. Y en ese terreno el Atlético es una fiera peligrosa. Cuando el conjunto de Simeone identifica el partido, y no suele tardar demasiado en hacerlo, hay poco margen de maniobra para quien se le ponga por delante. Y el Getafe no fue una excepción.

A pesar de que Simeone cambió por completo al equipo que se llevó la victoria en Eibar el sábado pasado, con seis caras nuevas en el once, apenas pudo notarse diferencia alguna sobre el habitual equipo titular.

La misma garra con la que defiende Tiago la ofreció este martes Saúl, Carrasco desequilibró cuanto quiso —es más fácil hacerlo cuando tu marcador te permite el lujo de controlar el balón, girarte y acomodártelo a tu pierna buena—, y se encontró a menudo con un tranvía llamado Siqueira, un tanto pasado de revoluciones, pero que siempre ofreció una garantía por la banda izquierda.

No fue el único cambio en defensa, ya que Savic sustituyó a Giménez en el centro de la zaga, y apenas tuvo que esforzarse el montenegrino en alguna que otra acción aislada.

Menos fresco que en Eibar estuvo Óliver, algo desconectado del juego ofensivo, parcela en la que se movieron sin cortapisas tanto Torres como Griezmann.

Pocas defensas les ofrecerán la oportunidad de arrancar con el balón en los pies sin que nadie haga nada por evitarlo.

Esa pasividad fue la que permitió al francés atrapar un remate precipitado de Gabi desde fuera del área, al que le había llegado el balón tras un rechazo de Guaita a un saque de esquina, y enviarlo al fondo de la portería azulona con un remate picado con la pierna derecha.




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