Al Barça le faltó ambición

Al Barça se le escapó un partido que tenía ganado con un gol de Luis Suárez. Acostumbra a suceder cuando la victoria parece fácil y se repite siempre que el equipo defiende el título.

Marcó el delantero centro y los azulgrana se fueron apagando poco a poco en el Olímpico de Roma, víctimas de un encuentro accidentado, condicionado por las lesiones, sobre todo la de Rafinha, y un tanto fuera de catálogo del lateral Florenzi.

El Barça se desanimó progresivamente, demasiado indulgente al inicio y excesivamente condescendiente al final, sobrecogido por tanta adversidad, sin la intervención divina de Messi, prácticamente anónimo en su partido 100 en la Copa de Europa. Las cosas giraron como por arte de magia a favor de la Roma.

Incluso sin Pjanic, el volante sobre el que se organiza el juego, ausente por lesión, Rudi García presenta un equipo interesante, amable con la pelota, recuperador en la divisoria y ambicioso en ataque por la agresividad de los extremos, Salah y Falque, y la carrocería del rematador Dzeko.

La ofensiva local condicionó la presencia de Piqué y Mathieu como centrales en la formación de Luis Enrique de la misma manera que el tridente del Barça alejó a la Roma de la portería de Ter Stegen.

Los italianos perdieron su encanto después de que Salah se dejara el balón tras una pérdida de Rakitic. A los azulgrana les perdía la impaciencia, la falta de precisión, sorprendidos por la mansedumbre de la Roma.

 




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