El sur de Texas no quiere un muro que le separe de México

Texas.

Pese a que algunos alcaldes de la zona fronteriza del Valle del Río Grande se alinearon con las políticas  conservadoras, ninguno quiere oír hablar del singular muro que el aspirante republicano a la Casa Blanca Donald Trump propone construir, sino de más cooperación con México.

Cuando hace un mes el aspirante republicano Donald Trump viajó a la frontera de Estados Unidos con México, el alcalde de Mission (Texas), Beto Salinas, fue tajante: «Que se vaya para Nueva York”.

Salinas, alcalde de este pueblo fronterizo de 80.000 habitantes desde hace 17 años y que tiene una estatua de sí mismo a las puertas del consistorio, recibió con mejor talante la semana pasada al exgobernador de Florida Jeb Bush en su visita a McAllen.

«Necesitamos proteger a nuestros socios en el sur. Tenemos a mucha gente de México invirtiendo aquí y esa es la razón del éxito de Mission”, explicaba Salinas tras reunirse con un candidato republicano con fuertes vínculos con México.

«Al menos los planes de Bush son realistas”, señala en entrevista con EFE  Jim Darling, el alcalde independiente de la fronteriza McAllen, que comenta que a los políticos republicanos les gusta hacerse la foto patrullando el río y a los demócratas visitando centros de detención de inmigrantes.

La idea de Trump de construir un muro a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México para prevenir la inmigración ilegal no parece recabar ni un apoyo en el Valle del Río Grande, donde la mayor parte de la actividad económica está directamente vinculada a México.

Una relación directa

Únicamente hay que cruzar por el puente internacional Hidalgo/Reynosa, uno de los seis de esta región y por donde a diario transitan más de 30.000 vehículos, y observar las empresas de logística para darse cuenta de que al Valle del Río Grande no le interesa intentar crecer de espaldas a México.

Las ciudades de la frontera quieren acabar con la inmigración ilegal por medio del desarrollo económico del corredor fronterizo a ambos lados del río Bravo y con políticas de visados sólidas, no con muros que ahogarían una de las regiones más pobres de EEUU.

«No hay que ser muy listo para darse cuenta del gran potencial de más cooperación económica con México”, explica Jim Darling, que pone como ejemplo las «maquiladoras”, centros de ensamblaje, propiedad de empresas de EEUU, que aprovecharon  la mano de obra barata para externalizar la producción al estado de Tamaulipas.

El Valle, como se conoce aquí la región fronteriza del sureste de Texas, ha experimentado una revolución económica y demográfica en pocos años, gracias al libre comercio con México y la inmigración, permitiendo que una zona con alta pobreza crezca por encima de la media nacional y del Estado. (EFE)

 

EEUU y  México

Economía Según un estudio de la Reserva Federal de Dallas, los mexicanos gastan unos 4.500 millones de dólares anuales en compras minoristas en el lado texano de la frontera.

Relación  Los datos del estudio de 2013 muestran la correlación directa que tiene el aumento de la producción de las maquiladoras mexicanas en la creación de empleo en el lado estadounidense y en el boom del sector servicios en la región fronteriza de alto impacto para ambas márgenes del emblemático Río Bravo.




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