Hubo guerra hasta el último instante. Y la ganó Nadal, que incluso tuvo calambres cuando estaba dando el discurso de agradecimiento con amago de necesitar atención del fisio. Y medió hasta una batalla dialéctica antes de que el español se impusiera a Fabio Fognini por un doble 7-5, en dos horas y 34 minutos, haciéndose con su segundo título en el torneo de Hamburgo, el tercero de esta temporada. En este momento de su carrera, victorias como ésta valen más de lo que pueda parecer. Aún sin estar a la altura de sí mismo, Rafael Nadal demostró la entereza suficiente para sobreponerse a un rival que le puso las cosas realmente difíciles y gozó de dos oportunidades de llevar el partido al tercer parcial. Cualitativamente se trata del mayor éxito de un curso señalado por los malos resultados, pues llega en un ATP 500. Primer cabeza de serie, el español cumplió y fortalece un ánimo quebradizo, consecuencia de ese tenis que no termina de encontrar.
La final fue intensa, larga y repleta de alternativas. En ella pudimos contemplar la estampa genuina de Fognini, un jugador ciclotímico, que salta del paraíso al averno en un instante. Un total de 60 errores no forzados dejó en un partido que ganó en atractivo en el segundo set. El italiano, 32º en el escalafón, venía de vencer en dos ocasiones a Nadal esta temporada. Cuenta con argumentos como para inquietarle, pues neutraliza con relativa facilidad sus golpes liftados, es capaz de tomar pronto la iniciativa y se maneja con derroches de ingenio de los que también dejó buena muestra.
